La igualdad, también tras el escenario

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Anxela Baltar, Julia Huertas, Carlota Ojea y Cristina Toba, en el acceso de la sala BâBâ Bar.
Anxela Baltar, Julia Huertas, Carlota Ojea y Cristina Toba, en el acceso de la sala BâBâ Bar. ANGEL MANSO

Cuando algunos festivales apuestan por imponer cuotas femeninas en los carteles, las profesionales del mundo de la música piden que esa sensibilidad vaya más allá

05 mar 2020 . Actualizado a las 12:29 h.

Ha sido una de las grandes sacudidas del panorama de los festivales de música en los últimos años. De pronto, se puso sobre la mesa la escasa presencia de mujeres en sus carteles cuando además recibían dinero de Administraciones que fomentaban la igualdad. Algunos, como el Noroeste en A Coruña o el Primavera Sound en Barcelona, cambiaron su modo de contratación dando un protagonismo a las mujeres inédito hasta entonces. Ese giro (minoritario en el sector) se ve, en muchos casos, como un primer paso: «Hay una visibilización de la figura de la mujer, de acuerdo. Pero no hemos logrado que la cuota se aplique y tras los escenarios siguen faltando mujeres».

Quien habla es la coruñesa Carlota Ojea, una promotora veterana. Acostumbrada a moverse en un mundo tradicionalmente masculino, cree que hay que ir más allá de esa exteriorización de la igualdad en escena, con la que también es crítica: «A veces le llaman festival de mujeres y al final lo que ves es que hay una cantante y el resto son todos hombres. Más allá de ello, en gestión, hay un techo de cristal claro. Donde se debaten los grandes proyectos te encuentras en una mesa en la que hay cinco hombres y tú eres la única mujer», explica.

De otra generación es Anxela Baltar, cantante y guitarrista de Bala, grupo que funciona entre Pontevedra y A Coruña. También se encarga de la comunicación en la agencia ferrolana I Wanna Management y trabaja en producción. Actualmente ocupa el cargo de vocal de la Asociación Mujeres en la Industria Musical, montada precisamente para promover cambios en pos de la igualdad. «Faltan referentes porque desde niñas vimos que las chicas no hacían esas cosas, y eso tiene que cambiar», opina. Ojea la secunda: «Nos ha parecido normal que el técnico de PA [sistema de refuerzo de sonido] siempre sea un hombre, que el backliner [técnico de equipos] sea siempre un hombre, que todos en esos trabajos sean hombres. Y no lo es».

En ese ambiente se mueve profesionalmente Julia Huertas, técnica de sonido que viene de trabajar como stage manager en eventos como el Rock In Cambre o el Noroeste. «Parece que no hay mujeres, pero sí que las hay -aclara-. Los referentes están ahí, pero no en primer plano, por eso se cree que no existe. Sigue ocurriendo que vas y la gente piensa “qué guay, una chica técnica de monitores”». Cuando estudiaba, en mi clase, por ejemplo, éramos un 80 % de mujeres».

El cambio es posible. Aunque haya que forzarlo desde arriba, subraya Carlota Ojea. Explica el caso del festival Empower Music en Fuenlabrada, que produjo. «Ahí descubrí otro mundo -recuerda-. Si tú, como productora, le dices a los proveedores que tienen que aplicar la cuota 40 % y 60 % de un sexo u otro, mandan mujeres. De repente, tienes backliners, técnicas de sonido, todo. Yo lo viví. Pero para eso se necesita una parte institucional que haga cumplir la ley de igualdad».

Julia Huertas, Cristina Toba, Anxela Baltar y Carlota Ojea en el acceso de la sala BâBâ Bar.
Julia Huertas, Cristina Toba, Anxela Baltar y Carlota Ojea en el acceso de la sala BâBâ Bar. ANGEL MANSO

Impulso personal y político

Pero además de las políticas públicas está la iniciativa personal. En ese caso, el ejemplo de Cristina Toba resulta muy simbólico e ilustrativo. Regenta la sala BâBâ Bar en A Coruña con una política marcadamente femenina y contratando generalmente a mujeres. «Monté una sala y siempre me preocupé porque trabajasen mujeres para ayudarnos entre nosotras», señala. También se refleja en la programación. El sábado 7 su local acogerá una jam session femenina con fines benéficos. En todo caso, considera que todo tiene que ir un paso más allá: «De poco sirve esto si luego la Administración no hace lo suyo. Ellos tienen que dar ejemplo».

«Esta es la clave. Si yo estoy en una Administración pública y voy a dar una subvención, antes tengo que ver cómo es la igualdad encima del escenario y bajo el escenario», tercia Ojea.

«Voy con una banda a una sala, entramos, y para la gente yo soy la novia de alguien, no la técnica que va a trabajar»

Anxela Baltar -junto a Violeta Mosquera- ha recorrido medio mundo con Bala, su banda de rock. Dice que, en pleno 2020, aún suelen sufrir un particular piropeo que le indigna. «Llega uno, se te acerca y te dice: “Para ser tías tocáis guay”. Sí, sigue pasando. Lo peor es que no lo dicen en plan mal. Ni siquiera son conscientes de ello. Para esa persona es algo positivo. Por eso, creo que hace falta mucha educación y es muy importante que las mujeres estén en los escenarios para romper con esas ideas».

Si el cambio se alcanza en los escenarios, podrá llegar luego detrás, piensa. Julia Huertas relata alguna de sus vivencias personales: «Yo, por ejemplo, voy con una banda a una sala, entramos y para la gente yo soy la hermana de alguien, la novia de alguien o la amiga de alguien, no la técnica que va a trabajar. De repente, escuchas: “¿No traéis técnico de sonido?”. Cuando me ha pasado esto sientes que es algo ridículo».

Cristina Toba sonríe y le quita hierro al asunto, viéndose reflejada. Dice que muchas veces ese tipo de reacciones se deben a automatismos: «Los hombres que lo hacen lo irán superando. Se tienen que dar cuenta de que se equivocan», reflexiona. La técnica le da la razón, pero al tiempo subraya anomalías con las que, de cuando en cuando, se tropieza. «Tú, como técnica, das instrucciones. Y, a veces, me he encontrado con una condescendencia que no me gusta nada. Yo no creo que el cantante-guitarrista que me dijo: “Cariño, ven a aquí un momento”, dijera lo mismo si el técnico fuera un hombre. Era para colocar un cable. Yo le tuve que decir que no era cariño, sino Julia, pero al rato estaba de nuevo llamándome cariño. A mí me han intentando dar lecciones sin pedirlas. Eso sí, por cada uno de esos hay 15 que se comportan correctamente», concluye.