Las aventuras gastronómicas continúan en Coruña con la apertura de un local que combina gastronomía gallega, sueca y libanesa
13 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.En nuestra emblemática plaza de María Pita, que toda la vida ha velado armas autóctonas como la tortilla de Betanzos, el pulpo á feira o las croquetas de marisco, se ha colado una iniciativa gastronómica que me tiene perplejo. Leo en la sección de Pablo Portabales que en el kilómetro cero de Coruña se abre camino un restaurante sueco, libanés y gallego a partes iguales, en una fusión que desafía todo lo imaginable en esta ciudad. Yo al menos no recuerdo algo parecido.
Estos experimentos suelen ser extremos, en el sentido de que funcionan de maravilla o se caen pronto. En principio, la combinación de estilos y sabores tan dispares me trae a la memoria aquellos ensayos de la niñez, como el bocadillo de mantequilla, mayonesa y salsa de tomate. O el bocata que devoraba con entusiasmo un compañero del colegio mayor: mejillones en escabeche con Nocilla. Jamás tuve el valor de probarlo, confieso. Pero aquel muchacho podría ser hoy un influencer. Quién sabe.
Lo cierto es que varias décadas antes que Alma —así se llama el crisol gastronómico de María Pita— pasó esta reválida el Gasthof. Cuando montaron su primer local en los años setenta, muchos se tiraban de los pelos por que alguien pudiese llevarse a la boca uno de aquellos perritos calientes con kétchup. Y resulta que hoy es líder en facturación con su oferta, tan particular como bien asentada.
La cocina libanesa es un referente de primer nivel, y son muchos los ejemplos de novedades culinarias que la ciudad acabó integrando con normalidad. Eso sí, a base de tenacidad y persistencia, que, de entrada, no es fácil convencer a la gente de que le hinque el diente a un bocata de mejillones en escabeche con Nocilla. Ojalá tengan suerte.