Lugrís y el amigo vigués

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

Uno de los murales de Lugrís de un bar de Los Olmos, en A Coruña
Uno de los murales de Lugrís de un bar de Los Olmos, en A Coruña

Una galería de arte, con su legítimo interés comercial, nos ha echado una buena mano para que los murales de la calle Olmos se queden en A Coruña

02 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En diciembre del 2022, la asociación O Mural presentó una petición para que se declarase bien de interés cultural (BIC) el conjunto de murales de Urbano Lugrís que se deteriora día tras día en un bajo comercial abandonado de la calle Olmos en A Coruña. Una petición que cayó en saco roto. En todo este tiempo, la Xunta se enredó en un cruce de declaraciones y peticiones de informes con el Ayuntamiento de A Coruña que no dio demasiados frutos, como ha sucedido con otros puntos de conflicto entre ambas entidades, como por ejemplo el de los jabalíes.

Ya con la subasta de los murales abierta por el administrador concursal, estos seguían sin una solución institucional contundente. El Concello coruñés no presentó oferta. Si pujó la Xunta: 35.000 euros para mejorar otra propuesta, de 30.000. Pero no contaba la Administración autonómica con la maniobra de Prolar Arte S.L., sociedad tras la que está la galería Montenegro, de Vigo, especializada en restauraciones similares, que ya recuperó murales de Lugrís o de Laxeiro y que puso sobre la mesa la mayor cantidad: 40.100 euros.

Entonces entró en escena el temor. Y la posibilidad real de que los murales acabasen en manos privadas y de que A Coruña perdiese un patrimonio que empezaba a viajar hacia Vigo obró el milagro. De un día para otro se acabaron los roces, y Ayuntamiento y Xunta impulsan, de la mano, un expediente exprés para declarar BIC los murales, lo que daría al Gobierno gallego derecho de tanteo (para igualar la oferta más alta) o de retracto en el concurso. El amigo vigués, con su legítimo interés comercial, nos ha echado una buena mano. Parece que Lugrís, al contrario de lo que pasó con el padre de Picasso, se quedará en casa.