No sé qué comentarían algunos protagonistas de nuestro callejero si pudiésemos resucitarlos de entre los muertos y los plantásemos en la vía que luce su nombre
23 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.No sé qué comentarían algunos protagonistas de nuestro callejero si pudiésemos resucitarlos de entre los muertos y los plantásemos en la vía que luce su nombre en la placa municipal.
A María Pita, no hay duda, le sienta bien la plaza mayor, a un paso de su casa de Herrerías y de la derrota de Drake en la muralla. ¿Pero le gustaría a Wenceslao Fernández Flórez esa perpendicular a Juan Flórez que le ha tocado en suerte o le resultaría demasiado moderna y escondida?
A Emilia Pardo Bazán le encantaría su paseo, noble, ancho y hermoso, aunque, puestos a elegir, seguro que si pudiese, pediría que bautizasen así la rúa Tabernas de la Ciudad Vieja, por la que a veces andaba en chinelas para hacer recuento de gatos vagabundos.
A Inés de Ben hay que ir a buscarla a un párking en Eirís, un poco como a Ricardo III, que lo encontraron bajo un aparcamiento en Leicester. Y a José Cornide, que tiene una cuesta que resbala desde Federico Tapia hasta el tráfico endemoniado de Alfonso Molina, tampoco lo veo muy cómodo fuera de los muros del casco histórico.
A María Casares creo que le haría muy feliz saberse con un bulevar paralelo al de Pablo Picasso y, sobre todo, junto a la plaza de su padre, Santiago Casares Quiroga. Aunque echará de menos, sospecho, a Albert Camus, que tiene en un costado de la Domus una rampa con vistas oceánicas y aventureras.
Habría estado bonito dejarlos juntos para siempre en el nomenclátor, como a Juana de Vega y su amado Espoz y Mina, que entrelazan vía y plaza en los morros del Zara de Compostela.
Echo en falta, aunque igual están en el plano y Google me vacila, a Urbano Lugrís, al que yo pondría un túnel submarino, como sus pinturas, y a Amando de Ossorio, que se merece un pasadizo lleno de zombis como el del Orzán.