¿Cómo se elabora un menú escolar saludable sin excederse en el precio? Así lo hacen en la escuela infantil Carmen Cervigón de A Coruña

Tamara Rivas Núñez
Tamara Rivas A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

La alimentación es un pilar más en la educación en este centro, donde sus profesoras se han formado para ofrecer el mejor menú posible y adaptarlo a cada edad

12 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los comedores escolares están siempre en el punto de mira. Calidad, cantidad y precio son tres factores difíciles de casar en la fórmula, a veces diferente, que manejan padres y centros educativos. Son las 12.30 de la mañana de un día lectivo en la escuela infantil Carmen Cervigón, un centro dependiente de la Institución Benéfico Social Padre Rubinos con casi un centenar de niños matriculados. Las aulas están en completo silencio y el habitual bullicio se ha trasladado hacia el fondo del edificio, donde están ubicados la cocina y el comedor. Los niños disfrutan, juegan, manosean, huelen y saborean todo lo que hay en sus platos, como si de una actividad más de las múltiples que hacen en clase se tratase. Y además, sin saberlo, empiezan a adquirir las primeras nociones de lo que es una alimentación saludable. «Es un pilar más en la escuela y va en la línea de lo que venimos haciendo en relación a las pedagogías activas, a la disciplina positiva y a atender las necesidades e intereses del niño dependiendo de su momento evolutivo. Con seis meses empieza lo que se llama alimentación complementaria (AC) , son los primeros pasos que dan respecto a la comida y es fundamental que la relación que se establezca con ella sea buena», explica su directora, Almudena Carro

Hoy de menú hay humus de alubias y patata al vapor para los más pequeños (entre seis meses y un año). Los mayores, además, completan la comida con una focaccia especiada con orégano y aceitunas. La mayoría de platos se vacían en un abrir y cerrar de ojos. Hay quienes repiten e incluso piden más por tercera vez.  

Una buena formación

A pesar de que el centro arrancó en el 2014 arrastrando el típico «menú de escuela antigua», la concienciación del equipo docente sobre la importancia de una alimentación saludable hizo que el menú escolar mejorase con rapidez. Lejos de conformarse, quisieron dar un paso más y tratar de ofrecer a los niños un menú de diez desde los seis meses. «La comida estaba ya muy bien, pero faltaba el paso de la leche a la AC. En verano nos formamos en baby led weaning (BLW) -un método que plantea  iniciar la alimentación a los seis meses con productos del tamaño y textura adecuados para que el niño pueda comer por sí mismo y gestionarse- con Malumecuida porque nos dimos cuenta de que nos faltaban cosas. Y aunque los padres no lo apreciasen, nosotras sabíamos que podíamos mejorar», sostiene Carro. De la mano de Lucía Camba, especialista en BLW y AC, subsanaron errores -«en los desayunos, por ejemplo, había un exceso de lácteos, que obstaculiza la absorción de hierro y faltaba fruta para favorecer su asimilación, reconoce la educadora- y crearon con su ayuda un menú «coherente con la línea pedagógica de la escuela».  

¿Qué debe y que no debe tener un menú escolar saludable? 

Lucía Camba explica que lo primero que hay que hacer es «desterrar esa idea de menú infantil». Las pautas son comunes a todos «Los niños, al igual que los adultos, necesitan una dieta variada y equilibrada, con verdura, fruta, proteína animal y vegetal… lo que se conoce como plato de Harvard», expone la especialista, que pone el foco en la proteína animal: «España tiene un 40 % de población infantil con sobrepeso y Galicia está a la cabeza de ese ránking. Antes se creía que era necesario tomar carne a diario por el aporte de hierro, pero el hierro no está solo en la carne. En Carmen Cervigón redujimos su presencia a una o dos veces por semana y aumentamos la ingesta de fruta», explica. 

 Todo el equipo se volcó en el proceso, desde las profesoras hasta el personal de cocina, que elabora todas y cada una de las preparaciones, desde hamburguesas, a masas para pizza o focaccias, pasando por croquetas. Aquí no tienen cabida los procesados. «La formación nos ayudó a sentirnos más seguras, y aunque pensamos que en la cocina podría ser más complicado, todo fue sobre ruedas. Es un menú sencillo, con preparaciones simples. Son los mismos ingredientes para mayores y pequeños, solo cambian las preparaciones. Y eso facilita las cosas», comenta. También en el desayuno ha sufrido cambios. Ahora hay tostadas integrales con mermelada casera sin azúcar, con queso de untar o tomate triturado y también porridge de avena con plátano, pera o manzana al vapor. 

Respecto al precio, la directora asegura que «incluso es más barato». La clave está en centrarse en los productos de temporada y cercanía. «Todo subió de precio, pero las legumbres y las verduras no son alimentos caros. En pescados solemos recurrir a merluza, bacalao o rape, y es cierto que sí se notó más la subida aquí. Pero los niños no comen las cantidades de un adulto. Los padres están pagando 100 euros por el comedor y son unos 21 días lectivos al mes. No lo veo caro», sostiene. 

El trabajo bien hecho se nota y da sus frutos. «Sin un equipo como el nuestro, que reme en la misma dirección, sería imposible. Cuando uno cree en lo que hace, todo es más fácil. Y nosotras creemos al cien por cien», asegura Carro. A través de la cuenta de Instagram de la escuela —tienen casi 20.000 seguidores— dan buena muestra de toda su labor e incluso hay asociaciones pedagógicas y profesionales de la educación de diversas partes del mundo que se han interesado en su proyecto. Ellas están orgullosas, los padres, encantados. Y los más pequeños, felices. Con el estómago lleno y el regusto de una buena comida regresan a las aulas. Toca siesta.