Esos grados de menos

A CORUÑA

Marcos Míguez

Qué felicidad esa falta de criterio infantil, que les permite comer el bocadillo tiritando sin ningún tipo de problema mientras tú piensas que el lunes van a tener un catarro como en pleno invierno

17 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Se nos va de las manos el mantra de no dejar que la realidad nos estropee un buen titular: si las previsiones dicen que el fin de semana va a ser de puro verano, aquí vamos a la playa. A quién le importa que el termómetro marque 19 grados en una esquina de Rubine. Hace sol, vamos a la playa. A bañarnos, claro. A quién le importa que en las Esclavas el mar parezca un producto del deshielo de los polos. Los niños, ya se sabe, no tienen termostato. El drama es el que sufrimos los padres, que no podemos pasar de las rodillas ante el riesgo de congelación repentina.

Así que estábamos a 20 grados como mucho el sábado por la tarde en la playa, con más ganas de ponernos una rebequita en los hombros, pero en la playa porque habían dicho que este fin de semana se adelantaba el verano. Y allí estaban los críos en el agua, y sus padres más bien con camiseta en la toalla. Qué felicidad esa falta de criterio infantil, que les permite comer el bocadillo tiritando sin ningún tipo de problema mientras tú piensas que el lunes van a tener un catarro como en pleno invierno.

Pero qué privilegio es tener la playa a unos minutos de casa. Aunque esté sucia todavía y el calor quede lejos, aunque la duna aún sea parte del paisaje y el cuarto de baño se llene de arenas. En realidad, y aunque a media ciudad esto le parezca un despropósito, qué privilegio que aquí siempre estemos un par de grados por debajo del resto. A quienes la evolución nos ha negado la adaptación al calor, descubrir en el mapa del tiempo cada mañana que las temperaturas máximas van a estar muy lejos ya no de las de Ourense, sino de las de Ferrol, por ejemplo, se nos ilumina la cara al pisar la arena y saber que no vamos a sudar ni un poquito. Bendita rebeca.