Cuesta creer que haya voces críticas contra el empleado al que su jefe obligaba a devolverle casi la mitad de la nómina.
11 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Pocas noticias tienen el alcance que logró esta semana la sentencia que condena al dueño de un taller de reparación de vehículos que le decía a su empleado: «Te ingreso de nómina 1.500 euros y me devuelves 700 en metálico. Si no te gusta, te vas». La publicó en La Voz de Galicia el periodista Alberto Mahía.
La sentencia revela el abuso continuado de un empresario sin escrúpulos sobre un empleado al que obligaba a devolverle en mano casi la mitad de lo que le pagaba. «Te puedo asegurar que vas a desear no haberme conocido», lo amenazaba cuando el trabajador le pedía explicaciones.
Desde el primer momento pensé que este tema no tenía vuelta de hoja y que estaba claro como el agua. Pero, para mi sorpresa, he leído comentarios a la noticia que cargan contra el empleado. Vienen a decir que la culpa es suya por no haber denunciado antes el abuso, y hay quien apunta incluso cierta falta de carácter o una postura acomodada y timorata de la víctima para explicar lo sucedido.
Desde el respeto a todas las opiniones, me sorprende muchísimo que alguien pueda censurar en un caso así la actitud del trabajador, y no la de un jefe miserable. El abuso del empresario es flagrante y así se castiga en la sentencia del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia. Pocos recursos le quedan al asalariado, que está condenado al chantaje por un sueldo, aunque sea exiguo.
¿Qué otra opción tenía? ¿Buscar otro trabajo como sugieren algunos? Como si el empleo en este país brotase de debajo de las piedras. Hay que ver cómo somos. Cuántos habrá en una situación parecida que callen, miren para abajo y sigan aguantando por la necesidad de dar de comer a su familia. Ya bastante valor demostró este hombre denunciando el abuso.