La variopinta vida del parque de Santa Margarita, en A Coruña: desde músicos que ensayan a familias que celebran comuniones

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

El pulmón verde de la ciudad duplica usuarios tras las últimas reformas

02 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El parque de Santa Margarita da para mucho más de lo que la gente se imagina. Hay quien va a comer y hacer yoga. O músculo. El de los brazos o el de la lengua. Muchos juegan a las cartas, los niños en los columpios, los perros tienen su recreo, acuden músicos a ensayar y cuando llega el Corpus Christi, hay familias que celebran ahí la comunión de sus hijos. Al que le gusta la petanca tiene un espacio, pero el que antes se relajaba dándole de comer a los patos en el estanque ahora alimenta a las palomas. Es tal la vida que tiene el pulmón verde de la ciudad que hay gente que reside. En estos momentos el parque tiene tres habitantes. Uno que hizo del techo del Palacio de la Ópera su hogar y otros dos que duermen bajo sendas mesas de madera junto a unos baños tan limpios que se puede comer en el suelo. A este parque, que en el centro tiene la Casa de las Ciencias, solo le falta hablar.

Por el momento, lo hacen las personas que, cada vez en mayor número, acuden a ese entorno verde, «lo mejor que tiene la ciudad», según dicen Jesús y José Luis. Están jubilados y, si el tiempo lo permite, no hay día en que falten a su cita con uno de los bancos del parque. Ahí ven pasar la tarde. Pese a que les encanta estar ahí, hay cosas que mejorarían. «En la zona donde nos reunimos la gente mayor, donde están las mesas para jugar a las cartas, el firme está en mal estado y hay personas que les cuesta caminar. Es de tierra y es fácil tropezar», denuncian. Otra de las cosas que harían ellos si mandasen es «poner mayor vigilancia para impedir a los dueños de los perros estar con los animales fuera del área que tienen para ellos». Por lo demás, que no toquen al parque, «que así está muy bonito».

Gervasio Saviñón y Daymond Ray son músicos trompetistas que le dan al parque un sonido ambiental sin cobrar por ello. Acuden casi todos los días. «En casa no podemos tocar la trompeta porque los vecinos se quejan. Lo hacemos aquí, porque además hay un lugar cerca de la Casa de las Ciencias con muy buena acústica». No fue fácil al principio. Recuerdan a un vecino que se presentó cuando ensayaban de muy malos modos. «Nos dijo que no le dejábamos echar la siesta y hasta hizo ademán de pegarnos», cuenta Gervasio Saviñón, de la Orquesta Dinastía.

Carmen, Antonio, Luis y Manuel son de los de tute diario. Y coinciden en que las obras realizadas en los últimos meses «mejoraron el parque, aunque quedan algunos detalles».

Entre los trabajos que llevó a cabo el Ayuntamiento destaca la restauración del viejo molino y el estanque. Tras años de abandono, el molino tiene sus ventanas intactas —antes maltratadas por el vandalismo—, las paredes están libres de pintadas y el estanque se recuperó con caminos adornados con diferentes tipos de flora y piedras decorativas.

La próxima fase de recuperación restaurará los merenderos de la zona baja de Santa Margarita. Más tarde será el turno de los caminos.

Un monte de 87.000 metros cuadrados pintado por Pablo Picasso de niño

Todo empezó hace más de un siglo, en 1912. Tras unificarse en un solo ayuntamiento Oza y A Coruña, la corporación resultante plantea crear una gran zona verde y ordenada en la ciudad. Entonces apenas existía Méndez Núñez (1869), pero la idea de transformar el entonces monte de Santa Margarita en un parque iba en otra dirección.

La idea renacería en 1947, con Alfonso Molina como alcalde. El arquitecto González Cebrián, que venía de ganar el Premio Nacional de Arquitectura, tomó las riendas. Su plan pasaba por ordenar el espacio al modo que se hacía en los jardines árabes: yuxtaponiendo pequeños jardines muy definidos en un todo. Ya entonces, Cebrián apuntaba que la evolución de la ciudad lo iría convirtiendo, con el tiempo, en un parque urbano. La idea de Cebrián sufrió otra vuelta de tuerca. La presión urbanística le fue comiendo espacio (en principio iba a llegar hasta Juan Flórez) pero aun así, en los cincuenta, se empezó a construir el palacete con el objeto de ser un museo de arte contemporáneo. Nunca llegó a ese fin, pero sí fueron tomando forma las diferentes partes de Santa Margarita hasta su inauguración en 1977. El regidor Liaño Flores hizo los honores. De los 179.110 metros cuadrados, quedaban menos de la mitad, 87.500.

Otra curiosidad es que el niño Pablo Picasso incluyó Santa Margarita entre los paisajes coruñeses que interpretó con su pincel. En la etapa coruñesa (1891-1895) plasmó el entonces monte, incluyendo en su lienzo los molinos que había entonces.