Los vecinos consiguen un banco para Pilar Diéguez en la calle Cortaduría, en A Coruña

Almudena Santos A CORUÑA/ LA VOZ

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

El Concello lo instalará en los próximos días gracias a una original petición

02 ago 2022 . Actualizado a las 10:24 h.

Pilar Diéguez lleva medio siglo viviendo en el mismo edificio, situado en la calle de la Cortaduría, en A Coruña. Primero lo hizo en el segundo piso y, con el paso del tiempo, se vio obligada a mudarse. Las escaleras se convirtieron en un enemigo a batir para esta mujer, que este año cumplirá 90 años. Es la persona que más tiempo lleva viviendo en esta vía y ha conseguido el cariño de sus vecinos. Todos están pendientes de ella. Hay quien va a la plaza para comprarle algo de pescado fresco, y otros. simplemente, se asoman a la ventana de su casa para charlar un rato con ella y que la soledad que, quizá, puede invadir a veces su casa, se desvanezca. Una de ellas es Maruja, que el viernes a primera hora de la mañana estaba dejando en la encimera de la cocina una merluza y unas meigas.

Necesita que estas personas hagan los recados diarios porque los fuertes dolores de piernas le impiden dar largos paseos. En casa camina un poco, pero siempre acompañada de su bastón. Por ello, Jacobo, uno de sus vecinos, inició una campaña en las redes sociales. El objetivo era conseguir un banco al lado de la puerta de la casa de Pilar para que pudiese salir a tomar el aire. «En la rúa Cortaduría hemos hecho una votación vinculante para que a Dña. Pilar se le haga un banco, que tiene 90 años. A ella le encantaría a la derecha. Ventana, nada más salir de la puerta», escribía este hombre.

La sorpresa llegó cuando Francisco Díaz Gallego, concejal de Urbanismo, Vivenda, Infraestruturas e Mobilidade respondió aceptando la petición. «Las actuaciones que llevamos a cabo desde la concejalía tienen como objetivo mejorar la calidad de vida de las personas y, a veces, con pequeñas cosas como poner un banco, se consiguen esos objetivos», explicó.

«Yo me conformo con una piedra que me pongan en el espacio que hay justo entre la puerta y la ventana», asegura Pilar Diéguez. Y es que esta mujer, para poder sentarse un rato al aire libre suele coger un cojín y lo pone encima de la alfombrilla del suelo que tiene en la puerta de casa. Sin embargo, debido a sus dolores en las piernas es una acción que cada vez le cuesta más. Ahora, al saber que tendrá un asiento cómodo en el que estar, se muestra satisfecha.

Y es que si no fuese por el banco que le pondrá el gobierno municipal, probablemente esta mujer continuaría sin salir a la calle a pasear. Solo lo hace cuando va a visitar a su hija, que vive en Oleiros, puesto que es allí donde tiene la silla de ruedas. «La tengo allí guardada porque aquí no tengo a nadie que me pueda llevar», comenta.

Flores a los polizones

La historia de Pilar no termina ahí. El próximo 12 de agosto, se cumplirán 21 años desde que aparecieron dos polizones muertos en el carguero panameño Evangelos. Se habían escondido en la bodega del buque. Ambos fallecieron por asfixia debido a que esta parte del navío había sido fumigada previamente por la tripulación con productos tóxicos. Nadie reclamó estos cuerpos, por lo que el Ayuntamiento de A Coruña se prestó a enterrarlos en la ciudad. Finalmente, depositaron las tumbas en el cementerio de Oza, casi en la entrada, junto a unas placas con los números 430 y 431.

Una semana después, aparecieron dos jarrones con ramos de claveles naturales de color rojo, blanco y verde depositados junto a ambos cuerpos. El enterrador, en aquel momento, no sabía quién había sido la persona que los había llevado. De hecho, La Voz publicaba «Desconocidos honran con flores a los dos polizones enterrados en Oza».

EDUARDO PEREZ

Después de tanto tiempo, ya se sabe quién era la autora de estos hechos. Se trata de Pilar Diéguez, que cuando leyó el artículo en el periódico se acercó hasta el encargado del cementerio para explicarle que ella era la responsable de las flores de las tumbas. Fue la primera persona que puso los jarrones junto a las tumbas. Desde entonces, acudió al cementerio cada domingo durante cinco años. «Todos los domingos cogía el autobús y subía hasta Oza», explica. El motivo, recordar a su hermano pequeño. Este está enterrado en Miami, aunque Pilar no sabe el lugar exacto. Por ello, decidió acercarse todos los domingos a poner flores en su memoria. «Como mi hermano lo tenía enterrado en Miami, pero no sé dónde, pues lo hacía en honor a él», explica.

Después de cinco años haciendo el mismo camino para llevar las flores a las tumbas, tuvo que dejar de hacerlo, muy a su pesar. La edad ya comenzaba a pasarle factura y cada vez le costaba más caminar largos trayectos. No ha olvidado aquella historia y tiene guardado en una carpeta de plástico, dentro de una bolsa, el recorte del periódico.