Roque Cernadas Pérez, el economista vimiancés de 23 años que también es sacristán, músico y político en ciernes

Marta López CARBALLO / LA VOZ

VIMIANZO

Roque Cernadas, del BNG local
Roque Cernadas, del BNG local .

La cantera del talento | «Traballar con xente desfavorecida é unha lección de realidade», dice el joven

30 jul 2023 . Actualizado a las 23:43 h.

«Ser progresista e ter fe non son dúas cousas incompatibles. Se algo fomenta o progresismo é precisamente a mentalidade aberta e o respecto». Así zanja el vimiancés Roque Cernadas Pérez el eterno debate de que no se puede ser creyente y de izquierdas. ¿Por qué no? Él lo es. Fue el número 3 de en la candidatura del BNG en las últimas elecciones municipales y se quedó a menos de 200 votos de tener su propia acta en la corporación.

Le habría gustado. Aún se acuerda de cuando fue a sus primeros plenos. Manuel Antelo, a quien define como prácticamente su «pai político», acababa de acceder a la alcaldía y él tenía 12 o 13 años. Claro que alguna sesión se le hacía aburrida, pero le sirvió para ir viendo «que as institucións si que serven para algo». No diría que no a la posibilidad de liderar una candidatura en un futuro, pero por el momento le gusta el rol que ha adoptado y, además, «é o momento de Benxamín [Queiro]».

A nivel académico, siempre le gustaron los números. No es que desprecie las letras, porque de hecho le gusta leer, pero lo suyo son las cuentas. Al acabar el instituto se matriculó en la carrera de Matemáticas por la UNED, pero cuando llevaba un año se cambió a Economía por la Universidade de Santiago y ya se ha graduado. Acaban de admitirle en el máster de Desenvolvemento Económico e Sustentabilidade, también en Compostela, y cuando piensa en el futuro se ve haciendo un doctorado y quedándose en la facultad para dar clases. «Sería como pechar o círculo», confiesa, aunque la vida da muchas vueltas y uno nuca sabe.

También cerró el círculo, o algo así, cuando en el instituto empezó a participar en una pieza teatral con motivo del Asalto ao Castelo, y ahora es él quien la dirige. «Estou vinculado a esa festa dende pequeno. Iniciounos Chus Barbeira, fómonos metendo e agora estou como voluntario e levo tamén, por exemplo, o tema do teatro na rúa». Evidentemente, dice, el Asalto tiene alma vecinal: «Nace de aí».

De forma paralela a sus estudios hizo ocho años de clarinete en el Conservatorio de Carballo, pero en cuanto empezó a escalar etapas educativas se vio obligado a dejarlo. «Non daba para máis. Agora non podo collelo tanto como antes, e o certo é que se bota de menos», dice el joven vimiancés, a quien la universidad no apartó de otra de sus facetas, la de sacristán y campanero. Colabora con las parroquias de Cambeda, Calo y Vimianzo haciendo las tareas propias de un sacristán, abriendo las iglesias antes de los oficios, tocando la campana o, también, echando una mano en Cáritas. «Axudo en cousas que van xurdindo. En Vimianzo repártese comida, tamén dan axudas ao aluguer, temos unha casa de acollida e unha misioneira [Estrella Arjomil] á que se lle envía unha partida económica ao ano, facemos unha gala solidaria...», enumera Roque, que, en general, describe a Vimianzo como «un pobo solidario, que está cando ten que estar e cando se lle precisa». Se nota en lo que recaudan en la gala, en las donaciones, en las colectas de principios de mes...

Trabajar con personas desfavorecidas es tan gratificante como aterrador. «É unha lección de realidade. A veces pretendemos vivir nun mundo idílico e, realmente, non é así. Parece que moitos temos parte da nosa vida solucionada, pero hai xente que o pasa moi mal e está sufrindo. Traballando como voluntario tes que ter sangue frío para axudar o máximo posible, pero é impactante, claro. Unha vez coñeces esta realidade buscas xeitos de mellorar as cousas, e en parte ese é o motivo polo que me metín en política: mellorar a vida das persoas é o meu fin último», reflexiona.

Y por si la política, los estudios, las causas sociales, el Asalto o la iglesia fuesen pocos compromisos, cuando no está con ninguna de esas tareas puede vérsele echando una mano en la tienda de pinturas de sus padres. Un trabajo que disfruta por el contacto directo con los clientes y, también, con otros comerciantes. «Hai que axudarse, ser unidos», dice.