«Me regalé dos años de vida para hacer lo que me gustaba, leer y escribir»

Patricia Blanco
Patricia Blanco CARBALLO / LA VOZ

MALPICA DE BERGANTIÑOS

ANA GARCIA

La asturiana Mónica Rodríguez es una de las autoras de infantil y juvenil más premiadas de España. Visitó el IES Urbano Lugrís de Malpica

18 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Mónica Rodríguez (Oviedo, 1969), afincada en Madrid desde hace tres decenios, es licenciada en Ciencias Físicas, especializada además en Energía Nuclear. Trabajó en el Centro de Investigaciones Ciemat, del Ministerio de Ciencia e Innovación, y no por un corto período de tiempo, sino de 1994 al 2008. Fue entonces cuando decidió dedicar el dinero de la venta de una casa familiar, no a pagar por ejemplo la hipoteca, sino a «regalarme tiempo». «Me regalé dos años de vida para hacer lo que me gustaba: leer y escribir», explicó en Radio Voz en conversación con Fran Rodríguez. De inicio tenía pensado volver a su puesto al Centro de Investigación, pero ya han pasado más de 14 años y todavía sigue entregada a la creación literaria.

Mónica, madre de tres hijas, es hoy en día una de las autoras más premiadas de la literatura infantil y juvenil española. El Ciudad de Málaga, el Anaya, El Vila d’Ibi o el Gran Angular están ya en su haber, y el último en sumarse ha sido el concedido por la Fundación Cuatrogatos por su obra La niña de los pájaros, que anda precisamente presentando ahora: ayer, en Madrid, y el 8 de marzo, por ejemplo, en Oviedo. Fue un trabajo seleccionado entre más de 2.000 libros en castellano del mundo, así que el reconocimiento no es pequeño.

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¿Y cuál es la conexión de todo esto con la Costa da Morte? Pues la visita de la escritora, esta semana, al instituto Urbano Lugrís de Malpica, donde departió con el alumnado de ESO. Se organizan estos encuentros desde la biblioteca del centro. «Me preguntan con frecuencia por qué habiendo estudiado Física me dedico a escribir. Elegir entre ciencias y letras, separarlas, es artificial. Ciencia y literatura son dos caras de la misma búsqueda, tratar de responder a las grandes preguntas, pero una lo hace de forma objetiva y otra desde la ficción», señala la escritora.

Amó leer desde niña. Descubrió la poesía en la adolescencia, y se internó en ella, pero después se pasó a la narrativa, «por necesidad». El ánimo de Gonzalo Moure, «persona generosa, uno de los mejores escritores de literatura infantil y juvenil», fue el empujón que la llevó a tomarse más «en serio» la escritura. Y así sigue alumbrando obras, como La niña de los pájaros, que nació en plena pandemia, cuando en tiempo de encierro trabaron amistad íntima con los hasta entonces casi desconocidos vecinos de enfrente. Él, Fernando, fue un niño que siempre ansió poseer pájaros, y hasta lo logró con una cigüeña. «Aquello me impactó tanto...». Hoy, por cierto, las ventanas de estos vecinos siguen unidas por cables, hilos, por los que se han pasado regalos, comida... ¡Vida!

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Sobre los premios, la asturiana afirma divertida: «He ganado muchos, pero he perdido más. Me presento porque si he podido sobrevivir este tiempo es gracias a ellos. Al final lo que haces con los premios es comprar tiempo para poder seguir escribiendo», ríe.