Alberto Tomé: «Siempre quise ser médico, aportar algo a la sociedad»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

ANA GARCÍA

La cantera del talento | El carballés, de 25 años, fue el segundo mejor mir de Galicia y el 16 de España

21 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El médico Alberto Tomé Brandón, 25 años, de Carballo, logró una de las mejores notas de toda España en el último examen de los mir, al quedar en el puesto 16 (y se presentaron 12.000), y fue además el segundo de Galicia. Un puesto que le permite escoger especialidad y residencia, y él ha optado por cardiología y por el área sanitaria de Santiago.

Alberto recuerda que en un primer momento no tuvo esa sensación de lograr buena nota: «Estaba bastante inseguro el día del mir. Dudas mucho. Después, cuando tuve la plantilla de las respuestas, ya vi que me había salido bien», explica.

Un puesto así no se saca de un día para otro, ni siquiera de un año para otro. «Le dediqué un año y medio, como mis compañeros, porque ya empezamos a preparar la prueba en sexto curso, que es el de las prácticas», señala. Así que todo ese curso hasta el pasado enero, cuando fue el examen, no había otra que estudiar, «unas once o doce horas diarias». Sin verano, claro, salvo un mínimo descanso.

Pero, con ser importante este último tramo, no lo es todo: «Yo estudié duro, pero al final es una carrera de fondo. Entra todo, lo de los seis años, y tienes que llevarlo todo bien. Si no es así, es difícil que se pueda preparar en año y medio», relata.

Además de su capacidad y su esfuerzo, otro motor que tiraba de él es su vocación y su afán de servicio. «Siempre quise ser médico, desde niño. Y, además, aportar algo a la sociedad, ser útil. Siempre he tenido la mentalidad de que vivimos en sociedad, y hay que ayudar a que funcione», explica. Asegura que no es una carrera fácil, que «quema bastante, porque exige muchas horas, es dura, pero aun así lo tenía claro desde siempre». Y esa claridad se reforzó en la época del bachillerato: «Me gustaban las ciencias, y vi que con la medicina se podía aportar algo». En muchos casos, desde siempre, esta carrera tira del hilo familiar, pero no es su caso, ya que es el primer doctor de su familia, con nada que ver con las profesiones sanitarias. Los padres son funcionarios, pero en otros ámbitos, y en la parte materna tiene la conocida joyería Brandón de la Praza de Galicia de Carballo.

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Con la excepcional nota obtenida y con Santiago asegurado, cardiología fue la especialidad elegida: «Era la que más me gustaba. Y eso que al acabar, durante las prácticas de sexto, dudaba con la medicina interna y con la neurología, pero fue viendo todo y al final tuve claro que lo que más me gustaba era la cardiología, que tiene buenas opciones». La dermatología es, una vez más, la principal opción de quienes tienen notas como la suya, o inferiores: «A mí no me gusta. Hay quien la escoge a pesar de que tampoco le gusta mucho porque, por ejemplo, no tiene guardias. Pero no es mi caso», señala. Ahora le quedan cinco años en Santiago, con alguna estancia fuera, incluido el extranjero, pero su destino está en la capital de Galicia.

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Últimamente se habla mucho sobre la falta de candidatos para medicina de familia. Cree que la clave es la falta de recursos. «Es difícil aguantar así. Es una especialidad atractiva desde el punto de vista médico, pero no puede ser que no tengas tiempo para cada paciente, que tengas que andar corriendo a cada instante.. Eso agota, quema, y por eso no se pide», asegura. 

Triatleta

Alberto, además de médico, es triatleta desde niño. Con 11 o 12 años ya empezó en serio en el Fogar Carballo. Y siempre ha entrenado, incluso preparando el mir, aunque mucho menos tiempo. De los tres deportes, el que prefiere es la natación, disciplina en la que también destaca su padre.

En Carballo estudió en el instituto Alfredo Brañas. Para el centro solo tiene buenas palabras, especialmente haber adquirido «hábito de estudio, porque sobre todo en bachillerato había mucha exigencia y mucho nivel, era una evaluación continua. Te motivaban a aprender incluso cosas que creías que no eran útiles en ese momento, pero que lo acabarían siendo». De Carballo, por cierto, presume en Santiago. Un municipio en el que hay una buena cantera de médicos, y además en varias generaciones.