Merce Barrientos: «Non sabía nin pronunciar o nome, das artes marciais só me soaba o kárate por Bruce Lee»

Antón Lestón Lago
antón lestón CARBALLO / LA VOZ

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ANA GARCÍA

Atletas del Atlántico | La muxiana empezó en el KIM de Cee a principios de los 80, llegó a ser una de las mejores taekuondistas de su generación y presidió la Federación gallega doce años

22 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando a sus 9 años Merce Barrientos (Muxía, 1971) volvió de A Coruña para Muxía, hacer deporte siendo niña era poco menos que un privilegio. «Se eras neno podías xogar o fútbol, pero para as nenas a oportunidade chegou ca apertura dalgúns ximnasios», explica. Su refugio fue el KIM, de Cee, abierto por Pedro Domingo Fernández, su «maestro». «Era unha nena atípica naqueles momentos, moi activa e peleona, e meus pais querían que fixese deporte así que fomos probar», recuerda. Su madre había sido jugadora de balonmano en la ciudad herculina y ella ya había practicado Ballet Clásico, pero aquello del taekuondo no le sonaba de nada: «Eu non sabía nin pronunciar o nome, dentro das artes marciais só me soaba o kárate polas películas de Bruce Lee».

Al poco tiempo ya estaba enganchada. «O taekuondo ten máis parecido co ballet clásico ca co judo, por exemplo, e iso axudoume moito a mellorar», cuenta Barrientos, que volvió para A Coruña al entrar en el instituto y se trasladó al KIM de la ciudad, por más que cada viernes regresaba a Cee para entrenar durante cuatro horas seguidas. Tal fue su mejoría que en 1987, cinco años después de haber comenzado, ya participó con la Selección Galega en su primer Campeonato de España de una disciplina que más que un deporte, pasó a ser un estilo de vida para muchos de los que comenzaron durante la década de los 80. «Na maioría dos casos, o mestre tiña máis ascendencia durante aquelas adolescencias que os propios pais. Eu sei de xente á que o taekuondo a salvou de caer na epidemia das drogas», resalta. A ella, la llevó a viajar por todo el mundo. Compitiendo y aprendiendo, pues desde los de Seúl en 1988, solo se perdió los Juegos Olímpicos de Sidney, por una defunción cercana, y Tokio, por la pandemia, aunque ya tenía los billetes cogidos. Ahora cuenta las semanas para desplazarse a París y disfrutar de la competición de taekuondo, en la que muchas veces soñó con estar.

Barrientos, en una imagen tomada en el 2011 en su Muxía natal
Barrientos, en una imagen tomada en el 2011 en su Muxía natal XESUS BUA

«Era unha moi boa deportista, pero unha mala competidora. Ademais España formaba parte da elite mundial. Recordo un nacional ao que fun, no que o podio eran a campioa do mundo, a olímpica e unha gañadora dunha copa do mundo», explica. Aún así, no obstante, se las amañó para triunfar en alguna cita internacional, como el torneo Cidade de Barcelona (2003), en la que batió en la final a una representante coreana. «É a única e medalla que quixen conservar», destaca, aunque al final también se quedó con un trofeo de un campeonato en México que su madre evitó que tirase a la basura. «O valor das medallas é simbólico. Non son nin de ouro, nin de prata. A min o que me queda son as vivencias e as emocións», dice Merce, que llegó a ser campeona de Europa (2011) y subcampeona del mundo (2013) en categoría máster.

Presidenta de la Federación

El Gallego absoluto del 2003 fue un punto de inflexión en su vida. Acudió con una vestimenta especial de apoyo a la Costa da Morte tras el Prestige y salió de allí con tal disgusto por el abandono que percibió en la organización, que ella y un grupo de gente empezaron a pensar en un relevo en la Federación. En principio había otra persona encabezando esa candidatura, pero se echó atrás en el último momento y tuvo que ser ella. Fue elegida presidenta en el 2003 y se mantuvo en el cargo hasta noviembre del 2014. «Estou tremendamente orgullosa do traballo que fixemos, tiña un equipo excepcional, que tiña un claro compromiso deportivo e desinteresado», afirma.

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Fue ella, por ejemplo, la que le propuso a Lete Lasa que el taekuondo entrase en el centro de alto rendimiento de Pontevedra, del que luego sería subdirectora. Bajo su mandato, las licencias pasaron de ser unas 3.000 a casi 6.000 y los jóvenes gallegos pudieron viajar para hacer taekuondo por todo el mundo, a Guatemala, Corea, Alemania, Países Bajos o Bélgica. Queríamos que tuviesen las facilidades «que non nos deron a nós», comenta Merce, que es profesora de Educación Física en el IES Maximino Romero de Lema, en Baio, en donde hizo sus primeras prácticas y a donde volvió hace un par de años tras toda una vida en Pontevedra. Allí termina una tesis doctoral sobre el modelo deportivo del taekuondo, mientras lo practica siempre que puede y sigue atenta a todo lo que sucede en ese mundo, el suyo o el de Samuel Méndez, un joven de Fontequeiroso que entrena con los mejores taekuondistas gallegos en Pontevedra: «As Federacións teñen que velar por que os deses lugares tan remotos teñan esas oportunidades, porque senón será talento estancado», dice Merce, para la que el taekuondo forma parte de su vida. Muxía, con ella, Samuel y la yudoca Lucía Pazos, está bien protegida.