Un escultor pontevedrés que vino a Bergantiños a amasar fortuna

Luis Ángel Bermúdez

CARBALLO

Atrio de la iglesia de Oza, en Carballo
Atrio de la iglesia de Oza, en Carballo Ana Garcia

Francisco Rodríguez, oriundo de Cerdedo-Cotobade, es autor de destacadas piezas eclesiásticas hechas en el siglo XVIII

16 feb 2024 . Actualizado a las 20:19 h.

En artículos anteriores fue comentada la vida y obra del escultor Antonio de Meis y de los pintores Domingo Freire Becerra (yerno de Antonio) y su hermanastro Ignacio Tiburcio Freire Fernández. Los tres venían de Noia, pero se asentaron en la comarca de Bergantiños creando un taller familiar para desempeñar su oficio. Por esta zona también trabajó el pintor Miguel do Mato, que vivió en la parroquia de Santo Estevo de Buño, o el cantero José Touceda, que era natural de Cuntis pero que vivió tras casarse en Santa María de Traba.

Del mismo modo, tampoco se debe dejar atrás la figura del escultor Francisco Rodríguez Gómez, que residió en la parroquia de San Breixo de Oza (Carballo), donde hacía imágenes y retablos para las iglesias de la zona. Nacido en San Xurxo de Sacos (actual Cerdedo-Cotobade) e hijo de Jorge Rodríguez y María Antonia Gómez, el 27 de febrero de 1757 se casó con Alberta Gómez, vecina de su misma parroquia. El 9 de noviembre de ese mismo año nació su primera y única hija, María Rosa.

La llegada de Francisco Rodríguez a Bergantiños sucedió en 1758, al poco de casarse, y pudo ser precisamente su reciente matrimonio lo que lo motivó a migrar desde su comarca. De hecho, pudo llegar a Bergantiños acompañando a una cuadrilla de canteros itinerantes que vino a levantar la totalidad de nuestras iglesias. Entre junio de 1751 y abril de 1753, por ejemplo, una agrupación liderada por Pedro García y Juan Antonio Gómez levantó la fachada de Rebordelos y la iglesia de Noicela. Venían, precisamente, de la citada parroquia de Sacos, y el segundo de los capataces aparece recogido en el libro de fábrica de San Breixo de Oza, donde le habían contratado para la remodelación de toda la iglesia, una obra que alcanzó unos 6.000 reales de coste.

Más encargos

En 1758 le encargaron los colaterales de este templo, uno dedicado a la Virgen del Carmen y otro a san Antonio, y unos años más tarde, en 1763-64, le encomendaron la realización del retablo mayor y algunas imágenes, como el san Verísimo del cuerpo superior o la imagen de la Virgen del Rosario (semejante a la Virgen del Carmen antigua de Vilela). «Entregó Juan Rodríguez, último fabriquero, todo su alcance de dinero, que es la partida de setecientos cuarenta y siete reales de vellón, a Francisco Rodríguez, escultor, con cuya cantidad se le acabó de pagar todo el importe del coste del retablo mayor [...] el que en todo tuvo de coste cuatro mil ochocientos sesenta y cuatro reales vellón», rezan los documentos consultados.

Durante unos años se le pierde la pista al escultor, que pudo regresar a su parroquia natal al haber podido reunir una pequeña fortuna por las piezas realizadas. La siguiente que hizo Francisco Rodríguez fue el retablo mayor de San Pedro de Barizo (Malpica), en 1781, según datos proporcionados por el investigador Félix Neira. Si en Oza los tres retablos estaban articulados por estípites y rodeados de una sobrecargada decoración, en el de Barizo emplea la columna panzuda, únicamente adornada con rocallas, «ces» y «eses», con un nulo movimiento en planta y con leves entrantes y salientes motivados por el avance de las columnas y de algunas ménsulas.

Gracias al gran parecido que tienen, se le pueden atribuir también el retablo principal de San Martiño de Cances (1788) o el mayor de San Martiño de Lestón (1797), reconocible en las pocas piezas que se conservaron luego de su retirada. Para esta última parroquia realizó también varias imágenes, y para San Martiño de Cambre, en Malpica, se irían una serie de tallas del escultor de origen pontevedrés: una Virgen de Belén que pintó Domingo Freire y que parece que ya no existe hoy día, y un relieve de las ánimas del purgatorio que se corresponde con el que se puede ver actualmente en la arcada del lado del Evangelio.