El ocaso de los balandros Corme y Everilda: así fueron sus últimas horas

RAMÓN GARCÍA FILGUEIRA

CARBALLO

ARCHIVO DE RAMÓN GARCÍA FILGUEIRA

Invierno de 1941. Acabaron en astillas, pero con sus tripulantes rescatados

08 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Invierno de 1941. Un fuerte temporal azota la Costa da Morte. En la bahía de Corme se encuentran fondeados varios veleros, entre ellos los cormelans Corme y Everilda. El balandro Corme, con un cargamento de ladrillo procedente de las Rías Baixas, había entrado en esta bahía para resguardarse del mal tiempo. Se hallaba fondeado y con amarras a las boyas, pero a eso de la media tarde del día 19 de enero el tiempo arreció con fuerte viento y mucha mar de componente oeste (travesía): a medida que avanzan las horas la situación se hace más crítica, aumentaban las dificultades para aguantarse seguros, la tripulación con grandes esfuerzos reponía amarras, que rompían con gran frecuencia... La situación se vuelve angustiosa y el pronóstico se ve incierto. A eso de las nueve de la noche se cumple el presagio: falta el ancla y el amarre a las boyas, el balandro empieza a deambular en una noche de fuertes chubascos y sin luz eléctrica en el pueblo, solamente con la ayuda de la luz de los faros de unos automóviles que hacen visualizar la deriva del velero. La Autoridad de Marina ante la extrema situación y con la ayuda de los vecinos emprenden los preparativos para el rescate de los tripulantes. Media hora, más tarde a pesar de todos los esfuerzos realizados por parte de la tripulación por evitar la pérdida del velero, este se estrella en las rocas de Punta Arnela. Con la ayuda emprendida por los vecinos consiguen rescatar con muchas dificultades a todos los tripulantes. No obstante, en breve tiempo en balandro se convierte en astillas: estaba patroneado por José Antonio Chans Neira, que igual que el resto de la tripulación eran vecinos de Corme.

Era un balandro de dos palos, construido por el maestro carpintero José Santos Tenreiro en la playa de San Pedro de Miño entre los años 1918-1919, propiedad de Francisco Carballo Astray vecino de Santiago; Ricardo Saleta Centeno, vecino de Corme y Antonio Ángel Longa Fernández, vecino de Ponteceso. Tenía el folio 131 de la 2.ª lista de A Coruña. Medía 24 metros de eslora, tenía un registro bruto de 98 toneladas y un porte de 150.

Noche en vilo

No cesó ahí el temporal. Los veleros fondeados estaban sufriendo grandes dificultades para aguantarse en la bahía. A eso de la tres de la mañana del día 20 saltan las alarmas de nuevo, pues el balandro Everilda rompe amarras y se queda al garete. La tripulación extenuada después de tantas horas luchando contra la adversidad, no dejaron de intentar hasta el último momento salvar el velero, pero todo este esfuerzo resultó infructuoso. A eso de las tres y media se consuma el embarrancamiento a escasos metros del balandro Corme: toda la tripulación fue rescatada con la ayuda de los vecinos del pueblo, que durante toda la noche estuvieron en vilo por la situación angustiosa que estaban viviendo los veleros allí fondeados. Había estado cargando madera en este puerto y estaba esperando que amainase el temporal para realizar el viaje hacia Asturias. Estaba patroneado por Aurelio Pombo Facal, que igual que el resto de la tripulación, eran vecinos de Corme.

Los otros veleros que se hallaban fondeados pudieron salir ilesos gracias a que tenían un pequeño motor auxiliar de la vela y pudieron aguantar, no sin dificultades. El Everilda había sido construido por el maestro carpintero Eduardo Taboada Rodríguez en Canduas (Cabana) en 1920, era propiedad de Antonio Longa Fernández, vecino de Ponteceso; Juan Neira Martínez, vecino de Corme; José Pet Barreira, vecino de Tella, y Manuel Ponte Campos, vecino de Vigo. Inscrito al folio 15 de la 2.ª lista de Corme, medía 21 metros de eslora, tenía un arqueo bruto 68 toneladas y un porte de 115.

El día 23 de febrero, a las 14.00 horas, en el puerto de Corme fueron subastados los efectos salvados de ambos veleros.