La Costa da Morte se unió para agradecer el trabajo y esfuerzo de los emigrantes

La Voz

CARBALLO

El presidente de la Xunta dijo que «construíron a Galicia universal que trascende do seu territorio»

16 dic 2009 . Actualizado a las 17:33 h.

La Costa da Morte adelantó tres días la celebración del Día Mundial de la Emigración, que se conmemorará el viernes. Lo hizo ayer, en un acto emotivo y casi insólito por la masiva presencia institucional. Desde la base, con los alcaldes o los representantes de toda la comarca (solo faltó Carballo, al parecer por imposibilidad de contactar), hasta los máximos responsables de la Diputación y Xunta. En una zona tan fragmentada por los localismos, incluso en los grandes proyectos, la emigración es el tema que logra concitar a todas las sensibilidades.

La excusa fue la inauguración del monumento dedicado al emigrante (el segundo de la zona, tras Fisterra, de los tiempos de la alcaldía de Carrillo), una escultura en bronce de Iria Rodríguez Martínez situada frente a la Casa da Cultura. El fondo fue mucho mayor: un gran homenaje de vecinos y políticos a generaciones de vecinos que tuvieron que marcharse a América o a Europa sacrificando sus vidas, pero no sus raíces.

Todos los que hablaron lo hicieron en la piel de los emigrantes. El alcalde, Alejandro Rodríguez, que pasó 13 años en Caracas y cuatro en Suiza, conocía la experiencia. «A única exportación que tiñamos daquela era a emigración», dijo. Y para acabar, cerró el círculo económico: «A emigración é a industria máis grande de Galicia». En medio, el agradecimiento a todos los que se fueron a los que regresaron y a los que no pudieron.

Habló también Evaristo Oroña, vimiancés y emigrante veterano en Suiza, que vuelve a menudo. Pero, cuando le preguntan, responde: «Eu nunca marchei» porque, como todos los emigrados, tiene dos almas.

A Moreda le gustó mucho que la escultura esté junto a la Casa da Cultura. Durante años, las primeras remesas de los que se habían ido servían para crear instituciones culturales; en la distancia, mantuvieron viva la cultura de su tierra, y cuando las familias paseen junto a la escultura, preguntarán por ella y sabrán dónde está buena parte de la historia de Galicia. Pidió respeto para los inmigrantes, igual que los gallegos lo pedían (y lo tuvieron) lejos. Es, dijo, «unha obriga moral», lo mismo que ayudar a los gallegos que ahora lo pasan mal, «porque non todos trunfaron».

Feijoo también se sintió emigrante, el chico de una aldea de Ourense que ahora vive en Santiago. Destacó el trabajo que han realizado siempre, citó a Castelao («o galego non protesta, emigra»), su a conservación del sentimiento de perenne vinculación a la tierra. Leyó una carta alegórica a todos los emigrantes, agradeciendo su esfuerzo, su labor de embajadores de Galicia. Los emigrantes, añadió, «construíron a Galicia universal que trascende do seu territorio, e que, en perder a súa esencia, imprégnase da cultura dos países de acollida».