Idus de marzo

José Antonio Ventoso VIDA DESDE FUERA

BARBANZA

MARCOS CREO

Terminados los fastos vuelve el infausto festival de la política en España

08 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Los idus de marzo eran días de buenos augurios en el Imperio romano, reflejaban su origen como celebraciones de Año Nuevo, festejadas con entusiasmo por el pueblo. Cambian cada año de fecha siguiendo el Pésaj judío, coincidiendo con la primera luna llena tras el equinoccio de primavera.

La fecha fluctuante refleja no solo la conexión teológica profunda entre cristianismo y el judaísmo, sino también la interdependencia con la medición del tiempo basado en los ciclos lunares. Julio César en el 46 a. C., o asesorado por el astrónomo griego Sosígenes, creó el calendario juliano que iniciaba el año en enero. Poco a poco, la Iglesia fue fundiendo esta fecha de inicio del año con la Semana Santa en la que se conmemora el sacrificio y muerte de Cristo que, como el Año Nuevo, muere y su sangre sirve para regar el rebrotamiento de la vida en la primavera. Esta Semana Santa, la lluvia permitió aplacar la sed y al tiempo favoreció llenar las calles de pasos y saetas de amor a los santos.

No hay bastante fe para tanta cofradía, esto es otra cosa. Vuelven las procesiones medievales clasistas. Los capirotes tienen forma cónica, representan el acercamiento del penitente al cielo y las señoras ricas se vestían de peineta y mantilla para indicar al lado del paso su cercanía con la salvación. Recordábamos la muerte de Cristo para redimirnos de nuestros pecados y la petición de perdón y misericordia.

Terminados los fastos vuelve el infausto festival de la política en España. Insulto va, insulto viene que recuerda a Camarón y su «volando voy». El rey, como jefe de Estado, debía usar su competencia constitucional de intermediación para ejercer de viejo maestro rural y castigar la falta de educación o la grosería con uno a cinco días en la cárcel de papel de la vieja revista humorística La Codorniz. De penitencia, volver a ver las películas de Cantinflas o Toma el dinero y corre de Woody Allen. Regresan todos con deseo de sangre