Lucía Pereda, educadora social: «El porno es una industria muy potente que busca llegar; los contactos accidentales con él empiezan a los 8 años»

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

CEDIDA

Pereda, que este jueves da una charla en Vilagarcía, explica que estamos ante generaciones que van a construir su deseo en base a lo que aprenden en la pornografía, con todo lo que eso supone

10 abr 2024 . Actualizado a las 21:22 h.

Hay veces que la realidad da miedo. Y los miedos pueden ser útiles si les hacemos frente con un buen pertrecho. La charla que la educadora Lucía Pereda ofrece este jueves en Vilagarcía (Espazo Xove, 19 horas) es un arma con la que la Federación de ANPAS de Pontevedra quiere dotar a las familias para afrontar las consecuencias que la pornografía tiene sobre niños y niñas. Es el primer paso para conseguir que rapazas y rapaces desarrollen una conciencia crítica «en cuanto al consumo, la desigualdad y la violencia contra las mujeres que hay en la pornografía».

—¿Tanta falta hacen este tipo de charlas?

— Sí, hacen mucha falta. La gente mayor no es consciente del alcance que está teniendo el consumo de pornografía sobre los y las menores y, sobre todo, en la construcción del deseo. Estamos hablando de que hay niños y niñas de entre 10 y 14 años que consumen pornografía de forma habitual. De ahí hasta que mantienen su primera relación sexual... Pues vieron bastante vídeos porno.

—¿De 10 a 14 años?

—El informe de Save the Children sobre el consumo de pornografía en España pone de media los 12 años para el consumo de pornografía en niños; en niñas, en 14. Pero los estudios reflejan que hay un consumo accidental; no es que lo busquen, es que a través de juegos y redes el porno les llega. Es una industria muy potente que busca llegar. Los contactos accidentales se sitúan entre los 8 y los 9 años.

—El impacto debe de ser brutal...

—Lo es. Estamos hablando de que están en plena construcción del deseo, y si la información principal sobre sexualidad que reciben es la pornografía, construyen el deseo en base a lo que observan: hombres dominantes que ejercen poder sobre el cuerpo de las mujeres y mujeres sumisas que viven la sexualidad únicamente para darle placer al hombre. Ahí, entonces, se dan también muchas relaciones de violencia. El estudio de Save the Children también dice que el 88 % de los vídeos más consumidos reflejan violencia explícita contra las mujeres, bien sea verbal, física o sexual. Estamos ante una generación de chavales y chavalas que están construyendo el deseo ellos desde la fuerza, el poder y el placer unilateral, y ellas como objetos que tienen que dar placer.

—¿Las familias son conscientes de este escenario?

—No. Si le preguntamos a los padres y a las madres si sus hijos e hijas ven porno, la mayoría va a decir que no, pero las estadísticas dicen lo contrario. Es súper importante empezar a abordar ese tema, como mínimo, en cuanto los menores tengan acceso a Internet de una forma no controlada.

—Las consecuencias van más allá de las pantallas...

—Hay un aumento de la violencia sexual y de género entre menores. La Fundación ANAR, que traba contra el bulling, sacó un informe según el que la violencia de género entre menores aumentó un 90%, y un 40% la sexual. Y las violaciones en grupo aumentaron desde 2016 una barbaridad. Y eso es una clara influencia de la pornografía; hace años era impensable que un martes un grupo de chavales se organizasen por guasap para ir a violar, y ahora está pasando.

—¿Qué pueden hacer las familias?

—Abordar el tema cuanto antes. Pero esto tiene que afrontarse a nivel sociedad: familia, escuela, políticas, medios de comunicación... No podemos delegar en las familias, porque las hay que abordan el tema pero las influencias externas son también muy potentes. Para los chicos, el consumo de pornografía es una forma de socializar; puede que a un chaval le incomode, no le guste, pero la presión social puede llevarlo a participar en el visionado o difusión de esos vídeos.

—¿Cómo reaccionan las familias ante su mensaje?

—No dan crédito, Se asustan muchísimo. Yo siempre trabajo con datos, con informes e investigaciones. Los padres y las madres no van a saber si sus hijos e hijas ven porno; no se lo van contar. Pero es importante que sean un agente de confianza a nivel sexual, al que puedan hacer cualquier pregunta, al que pueda recurrir una chica si es agredida o un chico que recibe un mensaje que no le cuadra. Las chicas son las grandes perjudicadas, de todo esto, para ellas supone poder tener que hacer frente a la violencia. Pero también les afecta, mucho, a ellos.