Aquellos iluminados arousanos del patinete

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Martina Miser

Hace treinta y un años, un par de emprendedores arousanos intentaron conquistar el mercado europeo con sus «máquinas de andar»; parece claro que eran unos visionarios que hoy serían millonarios

27 dic 2022 . Actualizado a las 19:47 h.

La cifras marean: apuntan en una web (idealo) que la cantidad de patinetes eléctricos creció un mil por ciento. Sí, un mil por ciento, entre el año 20129 y el 2020. Y que el volumen total de vehículos que pueden circular por las calles de toda España es probable que supere con mucho el millón de unidades.

En Arousa, todo comenzó con la aventura en la que se inmiscuyeron Juan Domínguez y Luis Varela. Estaba en Río de Janeiro Juan y vio a alguien andar en un aparato parecido. A partir de ahí, la imaginación comenzó a hacer de las suyas. «El invento, denominado comercialmente como walk machine, es una máquina de andar que puede alcanzar una velocidad de veinticinco kilómetros por hora. Conocido ya en Estados Unidos y Brasil, este patinete motorizado llama ahora a las puertas de Europa de la mano de una empresa de Vilagarcía», contaba La Voz.

 Las páginas de La Voz se adentraban en la génesis del asunto: «Dos empresarios arousanos pretenden inundar de patines motorizados Europa a lo largo del fin de año que ahora comienza. Para ello no han dudado en aliarse con un japonés que tiene negocios en Brasil, Takeshi Imai, que a través de su empresa Hatsuta Industrial ha conseguido vender en 1990 en el país carioca 60.000 unidades. El invento es denominado comercialmente como walk machine», contaba la crónica de la Voz.

Casi por casualidad

La Voz contaba que Luis Varela y Juan Domínguez estaban en esta aventura casi por casualidad, pero, desde luego nada arrepentidos. Estando el primero en Río de Janeiro fruto de las actividades de su empresa de «import-export» se quedó cautivado con una aparato que vio en la calle pilotado por un niño. No paró hasta dar con la empresa que los fabricaba y con el padre de la criatura, un japonés afincado en Brasil que antes había sido ingeniero en el país nipón en empresas como Toyota, Honda o Suzuki. Y Takeshi se puso también a vueltas con la adaptación de su invento a la nieve y al mar.

Los empresarios arousanos se impusieron en la pugna a quienes quisieron pugnar por sus derechos con la intención de que esas walk machine pudieran circular. «El Walk Machine es algo más que un patinete motorizado. Posee un motor de dos tiempos, un cilindraje de 37 centímetros cúbicos, un peso neto de 18 kilos, una velocidad máxima de 25 kilómetros por hora, 100 kilos como carga máxima, y un potencia máxima de un caballo a 5.500 revoluciones por minuto. La velocidad normal es de 12 kilómetros por hora», contaba La Voz. Es decir, una coña comparado con lo que ahora nos podemos encontrar. En aquellos principios de los noventa, la intención de los empresarios arousanos era vender doce mil unidades al año, a un público de entre 9 y 14 años de edad. Los puertos deportivos eran uno de los primeros objetivos de mercado de los impulsores de esta iniciativa.

 «En la actualidad el consumidor está pagando unas 80 mil pesetas por cada unidad importada de Brasil. Los niños vilagarcianos han sido los pioneros en la introducción del walk machine en tierras españolas. Así, en la cabalgata que se celebra mañana en Vilagarcía, los Reyes Magos serán escoltados por varias unidades conducidas por niños de la localidad. Otro lote de las primeras unidades fueron colocadas en Puerto Banús, en Marbella, ya que los puertos deportivos parecen ser uno de los objetivos prioritarios del márketing de esta iniciativa. Los empresarios arousanos confían en vender 12.000 unidades en 1991 en todo el territorio español a un público que oscila entre los 9 y los 14 años de edad. Para el mercado europeo esperan destinar unas 50.000 unidades en el año que ahora comienza. El público infantil es ese gran segmento del mercado en el que se espera entrar. No en vano el walk machine es el juguete más codiciado por los niños brasileños», explicaba La Voz. En aquellos momentos, en España se vendieron seiscientas unidades. Sucedió hace treinta años, claro. Ahora quien no se tropiece con uno es casi un afortunado, porque ya hay muchos «walking machines» por doquier.