Han sido muchos años. Hubo un momento en que nos sentábamos a la mesa familiar tres directores de hospitales públicos -Cabueñes de Asturias, Central Universitario de Galicia, Txagorritxo de Álava-. En mi caso tuve el honor de dirigir en Barcelona, Girona, Vitoria, Burela y Jarrio. Comencé con tan sólo 27 años y por oposición.
En Barcelona Vall de Hebrón era detrás de la SEAT la empresa más grande. En La Mariña nuestro hospital del SERGAS es la empresa más importante, pues reúne tres propiedades: Servicio público esencial; Nicho de empleos estables con salarios dignos; Impacto económico para toda la antigua provincia de Mondoñedo.
En la asistencia sanitaria siempre la demanda va muy por delante de la oferta en servicios diagnósticos y terapéuticos, produciendo esperas muy dificiles de gestionar; a lo que se añade el entorno sito en los Centros de Salud y los espacios del propio Hospital que envejece y debe actualizarse como se hizo en La Mariña-Burela.
En la empresa Hospital la gestión de la plantilla resulta ciencia o arte por la complejidad de la misma tanto por su abanico de profesiones-espacio socio sanitario, hostelería, mantenimiento, administración-. Y todo ello en la coyuntura actual que lo hace mucho más complicado por la falta de médicos para determinadas especialidades.
Me resulta sorprendente las buenas intenciones de la actual ministra -médico hospitalario- que pretende disminuir el número de horas dedicadas a las urgencias. Aun teniendo razones de fatiga en el personal, el cambio de tales horarios en dedicación conlleva al aumento de las plantillas, que hace tiempo está muy justificado por la envergadura de los cuidados que precisan los enfermos ingresados, pero supondría incremento de las plantillas y búsqueda de efectivos.
En cualquier caso y por mi larga experiencia debo decir que nuestros hospitales públicos funcionan muy bien, que son la joya de la Corona, que debemos mimarlos a la hora de repartir los presupuestos generales de la Comunidad y que los Concellos deberían convertirse en los primeros foros para defenderlos, al menos con el mismo entusiasmo que se defienden empresas de dudoso funcionamiento y futuro.
Trabajar en un hospital o ser responsable de una unidad y ya no digamos de su totalidad, es un honor, pero también como dije antes, ciencia o arte.
* Pablo Mosquera, médico, ex director de varios hospitales, entre ellos el de Burela, y ex parlamentario.