Estados Unidos: cien años de lucha por una sanidad pública universal

Tatiana López

INTERNACIONAL

Obama es el último presidente en tratar de renovar la seguridad social, pero los esfuerzos por lograr un sistema de salud global se remontan a principios del siglo XX

19 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Barack Obama ha prometido dar cobertura sanitaria a los más de 40 millones de personas que en su país carecen de seguro médico. Si lo consigue, su victoria será el final de una batalla que durante generaciones ha enfrentado a pacientes, médicos y políticos, y que estos días se debate con especial virulencia en las calles y en el Congreso de EE.?UU. Una guerra abierta que incluso ha obligado al presidente a renunciar a sus ansiadas vacaciones, pero que comenzó en realidad a principios del siglo XX y en cuyas trincheras se han visto envueltos de uno u otro modo casi todos los presidentes.

De Roosvelt a Nixon pasando por el archifamoso fracaso de Bill Clinton, decenas de políticos han intentado en los últimos cien años poner fin a un sistema sanitario que se inició en 1901 con la formación del grupo de presión de la Sociedad Americana de Medicina, y que un siglo después sigue generando un debate imposible de resolver: «¿Es la salud un derecho o una responsabilidad?».

Baja por enfermedad

Por extraño que parezca, y aunque en el resto de los países estas preguntas obtuvieron respuesta muy pronto, lo cierto es que en la sociedad estadounidense este asunto nunca estuvo considerado como una prioridad. Es más, los primeros intentos por conseguir un sistema de salud universal y gratuito se producen en el país no tanto con la intención de obtener atención médica, sino más bien con el objetivo de conseguir una baja por enfermedad. La razón es que en aquel entonces la falta de medicamentos apenas garantizaba un tratamiento adecuado para el enfermo, quien, sin embargo, sí que se quedaba sin cobrar si no iba a trabajar.

Por supuesto, este planteamiento cambió radicalmente tras la llegada de la medicina moderna, cuya costosa maquinaria consiguió elevar el gasto médico por familia de un 4 a un 8%. El incremento tuvo su efecto y en 1910 asociaciones de trabajadores organizaron por primera vez una conferencia para pedir al Gobierno un sistema de seguridad social universal.

Pero la presión de los doctores, quienes se negaban a ser regulados por el Estado, y la Primera Guerra Mundial consiguieron disipar el debate, especialmente durante la década de los treinta cuando la Gran Depresión obligó al Estado a centrarse en otro tipo de beneficios como el paro o las pensiones.

?De Roosvelt a Clinton

Es en esta época cuando se produce la primera decisión determinante para el actual sistema sanitario estadounidense. Como parte de su plan de recuperación, conocido como New Deal, el presidente Roosvelt aprueba la ley de la seguridad social estadounidense, pero decide dejar fuera la cobertura médica universal. Su decisión sembró cierto malestar en la sociedad, y, años más tarde, pidió al Congreso la aprobación de una ley de derechos universales que incluyese el derecho a la atención médica. Su plan fue rechazado.

Mucha peor suerte corrió el plan de seguridad social nacional propuesto por el presidente Truman, cuyo borrador proponía una cobertura universal y pública, y que un comité del Senado acabó rechazando por considerarlo no solo malo para la nación, «sino un intento de sembrar el germen del comunismo en nuestro libre país».

Pero quizá, de todos los esfuerzos realizados desde la Casa Blanca para cambiar el sistema sanitario, el más sorprendente fue el de Richard Nixon. En 1974 propuso una ley de seguridad social para dar cobertura a todos los estadounidenses.

El texto de Nixon, muy similar al propuesto ahora por Obama, fue rechazado por su propio partido, que años más tarde y bajo el mandato de Ronald Reagan forzó aún más las tuercas al permitir a los médicos un sistema de pago por tratamiento y no por diagnosis (lo que implica que los facultativos ganan más cuanto más ahorran).

?¿Última oportunidad?

A partir de ahí, el resto es historia conocida. Clinton usó a su mujer para redactar un texto tan secreto que cuando llegó al Congreso nadie estaba de acuerdo con él.

Obama prometió convertir la reforma sanitaria en una prioridad del Gobierno, ahora la pelota está en su tejado y ha dado de plazo al Congreso hasta el 15 de septiembre para aprobar la reforma. Esta fecha, que algunos consideran más simbólica que real, podría prolongarse por varios condicionantes, entre ellos la oposición de algunos demócratas al plan. Aún así, y pese a todas las dificultades, muchos creen que el líder afroamericano será el único capaz de ganarle la batalla a un enemigo con un siglo bajo sus espaldas y miles de muertos sobre sus hombros.