Más de 500 niños tutelados por la Xunta viven en centros de menores

GALICIA

01 feb 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Un tercio de los menores cuya tutela es responsabilidad de la Xunta viven institucionalizados en centros públicos, en los que se acuestan y se levantan cada día porque su familia no está preparada para hacerse cargo de ellos o simplemente no existe. ¿Son muchos? Depende de quien valore el dato, aunque, si se cruza con las 104 familias que actualmente hay en Galicia dispuestas a acoger a alguno de estos menores, parece efectivamente una proporción a mejorar. «A la vista de esos datos, podría parecer sencillo acoger a parte de estos niños en una familia, pero no se puede simplificar tanto», apunta un portavoz de la Consellería de Benestar.

Señala el Gobierno la complejidad que supone encontrar una familia adecuada: proximidad geográfica, capacidad para acoger a un grupo de hermanos si fuera necesario, o asumir una discapacidad física del menor. Encajar bien cada caso no es fácil: «Buscando ante todo el interés del menor, es preciso poner el máximo cuidado para no realizar un acogimiento fallido. Ese niño proviene de un centro, con lo cual ya ha sufrido una situación de desamparo por parte de sus padres. Las consecuencias de un nuevo fracaso le causarían un perjuicio aún más grave», dicen en la consellería.

Algunos datos

De las 276 familias con las que cuenta la Cruz Roja para acoger a niños tutelados por la Xunta, 105 estaban acogiendo a finales del año pasado; 107 estaban a la espera y 64 descansando o no operativas en ese momento. Las activas tenían en sus casas a 141 chavales y otros 34 se encontraban inmersos en ese complejo proceso de valoración. Un total de 541, según la Xunta, permanecían viviendo su día a día en alguno de los 70 centros, propios y concertados, repartidos por Galicia. ¿Faltan familias? ¿Faltan técnicos? Lo que no faltan son dictámenes. Cualquier estudio moderno demuestra de forma irrefutable que el desarrollo de un menor es mucho mejor en el seno de una familia que en el entorno de un centro.

«La Xunta apuesta firmemente por el acogimiento familiar», aseguran en la consellería. Y, en realidad, más de la mitad de los menores que tutela están acogidos por lo que se llama familia extensa (tíos, abuelos...). Sin embargo, existen algunos casos palmarios, sobre los que las familias insisten: «Ya sabemos que los centros tienen que existir, porque siempre habrá casos especiales. Pero creemos que se podía empezar por los más pequeños e intentar que de cero a tres años no hubiera ningún niño institucionalizado», explica Rosario Filgueira, portavoz de la asociación gallega de familias de acogida.

En revisión

Benestar asegura que ya en enero del 2009 se revisaron todos los casos de menores de tres años institucionalizados y que se ha aumentado la remuneración a los acogedores para estos casos: «No obstante, sí quedan todavía menores de tres años en centros, aunque en un porcentaje pequeño, pues solo están internados un 13%», admite la Xunta. Y eso que es el tramo de edad en el que existen más familias dispuestas a acoger. Pero la principal reclamación del colectivo es la creación de un protocolo que aporte mayor seguridad y determine unos plazos: «Hay casos en que el niño pasa demasiado tiempo en acogida y se establece un vínculo muy fuerte. Es necesario que se determinen unos plazos, de año y medio o dos, para que la situación del menor se solvente, que vuelva con su familia biológica o que sea dado en adopción».

Tres años y medio es mucho tiempo como para que otra separación no tenga impacto. La Xunta explica que hay reuniones y valoraciones constantes y que, si el proceso no es más rápido, es en defensa del complejo entramado de intereses que confluyen en cada caso y en el que se prefiere mantener abierta la posibilidad de que el menor pueda regresar con su familia biológica. Un proceso que mantiene a cientos de niños encadenados a un futuro con menos oportunidades.