«Llevamos 50 años de retraso»

X. Lombardero

GALICIA

Expatriados rumanos en España constatan que su país aún no está en la zona euro y que tardarán en superar una grave situación de corrupción y atraso económico

12 abr 2009 . Actualizado a las 13:25 h.

Bien entrada la segunda noche rodada, el autobús toca en ruta la provincia de ¡Zamora! Estamos a muy poca distancia, dadas las circunstancias, de donde partimos, y el vehículo devora kilómetros hacia Aguilar de Campoo. De la soleada tarde en Vigo pasamos a la nieve en el puerto de Nogales. Descendiendo a Reinosa, solo trabajan las máquinas quitanieves en el sentido de ascenso, pero nuestro chófer baja con pericia. En la limpia Santander sube otro grupo de pasajeros, muy bien presentados y, en nada, pasaremos de la lluvia bilbaína al leve granizo a la altura de San Sebastián. Algunos viajeros preguntan por lugares al paso. Los valles vizcaínos y guipuzcoanos parecen de su gusto.

Al parar en la fría mañana en una gasolinera de Irún, un joven sube y baja sin parar la ventanilla de su Opel tuneado. Tan colocado está que no atina a hacer otra cosa, ante la mirada indiferente de unos y otros. Allí sí que hay cámaras instaladas en todos los ángulos hacia la carretera ?estamos en zona caliente del terrorismo etarra? para captar lo que se mueve en la vía. Dentro, las facilidades para los manguis son las mismas.

Domingo, 10.00 horas

Ya no hay fronteras que valgan

La frontera pasó. Todo es Europa y desde enero del 2007 búlgaros y rumanos pertenecen a la UE. No necesitan visado. Y eso ha facilitado el tránsito de la gente que busca ganarse mejor la vida, pero también la movilidad y las operaciones de las mafias que dominan el robo en todas sus versiones: asaltos a viviendas, butrones en polígonos, reventar cabinas telefónicas, desvalijar tragaperras, carteristas... con casos recientes también en Galicia. Hace unos meses la policía detuvo a 443 personas, en distintas provincias, implicadas en el robo y la clonación de tarjetas de crédito. El entramado lo dirigía un rumano que vivía discretamente en Levante.

Han encontrado un gran supermercado para el robo y, según cuentan, se aprovechan de la menor severidad de las penas respecto a los años de cárcel que pueden caerles en sus países por un pequeño hurto. De esta forma, Europa occidental es un imán para los cacos. A estos clanes les vale todo. Desde ropa y perfumes de marca sustraídos de tiendas e hipermercados, cable telefónico de cobre, herramientas, maquinaria...

Hace años, cuando era necesario el visado de entrada, los aduaneros tampoco eran gran problema. El sistema de los buses fue usado por las mafias para introducir inmigrantes irregulares en países como Francia y España. Los capos facilitaban el dinero y documentos necesarios para pasar y luego cobraban la deuda o se quedaban con pasaportes de mujeres que acababan prostituidas o mendigando.

12.00 horas

Ropa occidental en un país de baches

El único control policial que encontraremos en 3.000 kilómetros será en el puente Henri Grenet, en Bayona. No iba con nosotros. Las carreteras más vigiladas, según comenta un viajero, son las de Alemania y Austria, por donde a veces pasa recogiendo gente uno de los autobuses. «Los alemanes bajan a todo el mundo, piden la documentación y abren los fardos para saber qué mercancía transporta. Están muy encima», relata. Pero, ¿qué viaja en esos grandes bultos? Al parecer, sobre todo ropa para los familiares, que en Rumanía es muy cara.

Una medida de cómo está el país, me anticipan, son las carreteras aún llenas de baches (excepto en zonas muy turísticas), algo superado en Occidente, el mal funcionamiento de su propia embajada en España o la falta de consulados para una colonia superior a las 700.000 almas.

Pero Rumanía es mucho más que problemas. Su cultura, arquitectura y conglomerado humano, fruto de la secular movilidad de fronteras cerca del avispero balcánico, son muy diversos. En el mismo autobús están representadas etnias que hablan idiomas distintos al rumano.

17.00 horas

Inmigrantes a los 50 en Solares

Pasando Pau, un alto para comer en una de las áreas de servicio más famosas de la autopista A-64, la del monumento al Tour de Francia, donde nos mezclamos en el parque con escolares franceses que están de excursión.

La tarde se hará pesada en las llanuras galas pues el bus ralentiza la marcha en espera de dos autobuses hermanos que recogen clientes en otros itinerarios. Todo el pasaje y el equipaje se concentrará en dos vehículos. Una pareja que viaja desde Santander en el bus se interesa por mi periplo. Tienen unos 50 años y regresan para ver a sus hijas (la mayor es profesora de Física y otra tiene estudios en Turismo), pero no prevén retornar a Rumanía.

?Llevamos 50 años de retraso respecto a España. Los dos trabajamos en la casa de una señora muy buena de Solares. ¿Así que a usted le interesa la cultura rumana?

Lo universal pronto nos une, aunque fueran expatriados en Estados Unidos o Francia. Desde aquel rumano de Freidorf (Timisoara) que animaba las tardes de sábado en la tele en blanco y negro ?Johnny Weissmuller, como Tarzán? a otro actor ?Béla Lugosi, nacido en la transilvana Lugoj? que encarnó a Drácula. Y citamos al historiador Mircea Eliade, cuyo «dolor» estaría cerca de la saudade portuguesa o de cómo entendía la morriña Ramón Piñeiro. Y aún nos quedaron el filósofo Cioran o el dramaturgo Ionesco, pero el tiempo, absurdamente ahora, se agotaba. Porque el autobús partía hacia la sufrida Rumanía.