Una gaviota acude a diario a un hotel de Oleiros a tomar tortilla

OLEIROS

El ave rechaza cualquier otra tapa, prefiere la española a la francesa, y si no le sirven le tira del pantalón a la camarera

31 oct 2008 . Actualizado a las 11:56 h.

El Santa Cristina es un pequeño hotel familiar ubicado en la localidad del mismo nombre, en el municipio de Oleiros. Desde hace un tiempo tiene una clienta muy especial: una gaviota. El ave no busca alojamiento, solo pasa a tomarse una tapa cada día a partir de las once de la mañana. Con el cambio de hora ha adelantado la cita y estos días está llegando a eso de las diez.

Por la tarde vuelve y, una vez engullida la correspondiente ración, levanta el vuelo y desaparece de nuevo. Es una clienta de costumbres fijas, porque solo acepta tortilla, «y si es del día anterior hay que calentársela en el microondas y echarle un poco de aceite para que esté más jugosa», explica Ana María Pereiro, hija de los dueños del hotel y la persona a la que la gaviota le reclama su tapa, en caso de que se retrase, agarrándola del pantalón. Ella es la única con la que tiene la suficiente confianza como para comer en su mano; con los demás empleados todavía le falta un poco.

En alguna ocasión, han intentado variar el menú, «algún día que a lo mejor no había tortilla», con otros alimentos, como cruasanes, magdalenas y otras viandas, «pero nada, ni los prueba: quiere tortilla y si es española mejor que la francesa», explica entre risas Ana María.

La historia comenzó en el mes de marzo del año pasado, cuando la gaviota apareció con una pata rota por la terraza del hotel, situada frente la ría, y le dieron alimento. Después avisaron al Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de Oleiros para que la recogieran y trataran de curarla. «Vinieron con unas redes para cogerla, pero se asustó al verlas y salió volando», explica la camarera. Especialistas de dicho centro les explicaron que si era una pata lo más probable es que se fuera curando sola, cosa que ocurrió con el paso del tiempo.

Desde entonces, la gaviota solo ha faltado a la cita en una ocasión (el hotel está abierto todos los días del año), causando la consiguiente extrañeza. «Al día siguiente vino acompañada de otra gaviota, pero fue la única vez que vino acompañada: siempre ha venido sola», explica Ana María.

Este verano, la presencia de la gaviota moviéndose entre las mesas de la terraza ha sido el asombro de un buen número de visitantes; alguno de ellos, en concreto la dueña de un bolso que parecía de leopardo, no le hizo gracia, ya que el ave le propinó numerosos picotazos: «No sé qué le vio o qué le pareció que era», explica Ana María. En otra ocasión se defendió, abriendo amenazante las alas, de un pequeño que la perseguía, pero el comportamiento hasta el momento ha sido totalmente pacífico. En ocasiones, incluso entra en el bar del hotel, «y tienes que tener cuidado porque la tienes detrás y la puedes pisar», relata Ana María.