«La integración de gitanos está muy marcada por un estereotipo negativo»

GALICIA

El urbanista defiende la idea de poder hacer «poblados de transición» porque permiten comprobar si existe verdadera voluntad de reinsertarse

06 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Santiago Cirugeda (Sevilla, 1971) se ha especializado en una nueva manera de trabajar en núcleos urbanos. Lejos del glamur de los grandes proyectos repletos de artificios arquitectónicos, su estudio sevillano se ha convertido en centro de peregrinación para políticos de todo el mundo que buscan soluciones para erradicar la marginalidad. En su web se presenta precisamente como «especialista en la recuperación de espacios urbanos degradados», y de esa trayectoria, a pesar de su juventud, dan fe los trabajos realizados en Colombia, Cuba, Francia y muchos municipios de España. En Galicia, trabaja ahora para el Ayuntamiento de A Coruña intentando rehabilitar las infraviviendas del núcleo de As Rañas, a pocos metros de distancia del asentamiento chabolista de Penamoa. Pandiani, como le conocen en ese asentamiento por su parecido con el ex jugador del Deportivo, tiene un discurso acorde con esa filosofía de vida: «Los proyectos de los políticos tienen que ser algo más que una simple mejora estética o física, sino que deben servir para mejorar la calidad de vida de las personas», repite desde el aeropuerto de Bilbao antes de embarcar rumbo a Lisboa.

-¿Qué opinión le merece el conflicto provocado por los vecinos de algunos barrios de A Coruña que rechazan el realojo de vecinos procedentes de núcleos marcados por la marginalidad?

-Lo primero que tengo que decir es que el problema de integrar a las comunidades socialmente aisladas siempre genera miedo, porque, como ocurre en el caso de estos gitanos, está marcada por estereotipos muy negativos. Generalmente, en esos entornos a erradicar o integrar, hay siempre vinculado un problema de delincuencia, de droga o de ambos, pero también hay gente que está preparada para reinsertarse en la sociedad, que tiene un trabajo y que quiere abandonar esa situación de marginalidad.

-Ese fenómeno parece tener especial incidencia en Galicia durante estas últimas semanas, con conflictos como los de Penamoa y O Vao.

-Por mi experiencia, puedo decir que España es pionera en la lucha por acabar con esos núcleos de desarraigo. Pero todavía nos queda un largo trecho por recorrer en materia de convivencia. En Asia, por ejemplo en Singapur, se obliga a la convivencia interétnica y se limita al veinte por ciento el máximo de ciudadanos de una raza determinada.

-En Galicia, hay políticos que apuestan por crear unos espacios intermedios, los «poblados de transición».

-No me parece que sea una mala idea. Puede ser una solución para comprobar la verdadera voluntad de integrarse en la sociedad y en sus convencionalismos de grupos que llevan tiempo viviendo al margen de ellos. Es, salvando las distancias, como el que vive en la costa y se traslada al interior, que siempre necesita un proceso de adaptación paulatino.

-¿Cree que los chabolistas desean todos abandonar su situación actual?

-Por supuesto que no. Siempre habrá minorías determinadas que no lo desean porque perjudica o impide el desarrollo de sus actividades habituales y eso siempre provoca algunos recelos e incluso también negativas rotundas, no hay que engañarse.

-¿Existe alguna receta mágica para poder evitar este tipo de conflictos en actuaciones de realojo?

-Yo creo que en estos casos hay que pedir un poco de paciencia a todos los afectados, los de las dos partes, y también que tengan un poco de confianza en los protocolos de actuación prefijados, porque son desarrollados por personas que tienen una amplísima experiencia en este tipo de actuaciones y que lleva mucho tiempo trabajando para conseguir erradicar este problema social.

-¿Quién tiene que ceder más en sus postulados iniciales?

-No se trata de ceder más o menos. Por un lado, insisto, debemos pedir esa confianza en la experiencia de las personas que se ocupan del proceso. Y también hay que reclamarles a aquellas familias que se disponen a ser reinsertadas que evidencien que están preparados para asumir la nueva situación a la que se enfrentan, que son respetuosos con los entornos y que quieren dar ese paso de abandonar la marginalidad.

-¿Esa es la receta que usted aplica en la zona marginal de As Rañas?

-Allí es distinto, porque se trata de viviendas ya establecidas en las que el principal problema que tienen es estructural. Tenemos una partida para ayudar a corregir esos defectos y en las próximas semanas, una vez que concluyan las voladuras para la vía del AVE, empezaremos a aplicar nuestras recetas para mejorar la calidad de vida de los residentes en ese núcleo de las afueras de A Coruña.