Una cómica que guarda la receta del humor ferrolano

Antía Díaz / Manuel Arroyo

FERROL

Con sus monólogos, Cristina Moreira enseña a reírse hasta de su sombra y de las pequeñas cosas de cada día

04 nov 2009 . Actualizado a las 13:24 h.

La primera vez que se subió al taburete tenía 18 años y un ataque de pánico escénico. «El público tenía 30 años, ¡no les iba a hacer gracia!». En pleno bum del programa El club de la comedia, se empezaban a hacer monólogos también en Ferrol, y una amiga la propuso para participar en una velada en un bar del centro.

No estaba muy convencida, pero cuando el dueño del bar le dijo que las mujeres no hacían gracia, decidió que tenía que demostrar en la práctica todo lo contrario. Fue la primera actuación de Cristina Moreira Castro, y no se lo contó a nadie. «Mi madre se enteró por La Voz de Galicia al día siguiente, y me despertó con el periódico en mano, pero hija, qué has hecho?, me decía...», cuenta entre risas.

Aquel fue su primer monólogo. El último, que se pudo ver en el Torrente Ballester la semana pasada, le ha servido para convertirse en la ganadora del primer certamen Monolobar, que organizó la Asociación de Hosteleros de Ferrol y comarca.

Teatro en Narón

Esta ferrolana es de la quinta de Naranjito. Con 27 años, le ha dado tiempo a estudiar Turismo, trabajar un año en París («y loqueé: ahí decidí que no quería dedicarme a los hoteles», explica), y tomar la decisión de renunciar a un contrato en el sector de la hostelería para estudiar teatro en la Escola Municipal de Narón.

Va ya por el segundo curso, «y estoy descubriendo muchas más cosas». Por ejemplo, el cabaré. Este fin de semana, en una fiesta organizada por La Fonográfica General, actuó en un espectáculo de cabaré «que consiguió provocar al público», explicó ayer en el programa Voces de Ferrol de Radio Voz (105.4 FM).

La primera carcajada

Ya sea en un monólogo humorístico, ya en un espectáculo de cabaré, no pierde de vista al público. ¿Y qué pasa cuando este no se ríe? «Para mí, lo más importante es la primera carcajada. Por eso intento empezar ya con un chiste, y así ya voy lanzada», añade. Aunque reconoce que a veces, aquellos puntos que parecían más graciosos no provocan una risa, «y cosas que no hacían ninguna gracia, al público le encantan».

¿Pero de dónde salen las ideas? «Los monólogos los preparamos mi primo y yo», cuenta Cristina. Y para ello, parten de temas normales, cotidianos... y de situaciones con las que el público se identifica, porque, como explica la humorista ferrolana, «al final todos tenemos ganas de reírnos de nosotros mismos». A eso apela en sus monólogos, pero también a lo que ella llama humor ferrolano. «Somos tan negativos, tan negativos, que al final tenemos que reírnos», asegura la cómica.

Por ejemplo, de las bodas. De estas celebraciones se ríe en el monólogo que le ha valido el premio. «La gente se casa para que la critiquen», asegura, y esas experiencias en las bodas que todo el mundo conoce son las que explota en una pieza en la que se ríe de los enlaces pijos, los militares o las «bodas a reventar», en las que nunca se acaban las fuentes de percebes.

De momento, no tiene actuaciones previstas. Sigue formándose en la escuela naronesa («mi madre aún lo está superando», añade) y pretende continuar relacionada con el mundo de la escena. Sea subida al taburete de un bar, sea en medio de un cabaré. Y es que, como ella misma dice, «siempre he sido muy teatrera».