Portugal se hermana con Grecia

ECONOMÍA

Paro, incontinencia del gasto público y fuerte presión fiscal sobre el consumo y las rentas bajas hunden la economía lusa, que se acerca peligrosamente a la picota de la eurozona

23 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Portugal está a 3.540 kilómetros de distancia de Grecia, pero los dioses han hecho que sus economías se asemejen peligrosamente, hasta el punto de que, tras la operación rescate de la eurozona sobre Grecia, el Olimpo de los mercados apunta ya al país vecino como el siguiente en caer.

¿Pero existen motivos para situar a la economía lusa en el disparadero de tanta duda? De momento, la mera posibilidad de que los mercados extiendan el efecto Grecia a Portugal se ha convertido en una preocupación para su Gobierno más acuciante aún que la propia crisis económica que sufre el país.

Desde hace meses, el primer ministro socialista, José Sócrates, se viene quejando de un acoso de los mercados que ha calificado de «injusto y especulativo». Su ministro de Finanzas, Fernando Teixeira dos Santos, pidió ayer que se valore la «ejemplar contabilidad financiera» del Ejecutivo portugués. Pero los mercados no dejaron de reaccionar con preocupación a la publicación hecha a mediodía por Bruselas de los datos que ya había adelantado Portugal sobre su déficit, que se situó en el 9,4% al cierre del 2009.

Alarma en los mercados

Todos los diarios digitales portugueses se hicieron eco al instante de la alerta declarada en la eurozona sobre la economía lusa, pero para los ciudadanos portugueses la situación no pasa de ser un episodio más de la eterna crisis que se ha acomodado en el país. «La gente está muy despistada, se está precipitando todo en los últimos días, porque cuando los especuladores te tienen bajo sospecha van a por ti. Creo que hay mucha alarma y que los mercados están hipersensibles», afirma Francisco Carballo Cruz, profesor de Economía de la Universidade do Minho, en Braga.

El experto en economía lusa considera que la población no es consciente de la gravedad de la situación. «Aquí siempre existe la idea de que va a venir alguien a salvarte», dice. Lo que está claro es que ese «alguien» no parece que vaya a ser el primer ministro, José Sócrates, que encabeza un Gobierno desgastado y con la credibilidad por los suelos, pese a que tan solo han transcurrido cinco meses de su reelección electoral. «El nuevo líder de la oposición, Pedro Paços Coelho, del PSD, ha entrado fuerte, con la propuesta de un plan para reducir el malgasto público en 17.000 millones de euros, frente al plan de subida de impuestos del Gobierno, con el que prevé recaudar menos, 12.000 millones», explica el economista.

«El portugués no protesta»

Francisco Carballo aclara que uno de los principales lastres de la economía portuguesa es el gasto público. «No hay forma de reducirlo, porque partimos de inversiones públicas muy bajas». El problema para ganar liquidez se agrava, porque al Gobierno ya no le queda margen para subir impuestos. «La reforma fiscal que entrará en vigor en el 2011 va a obligar a hacer la declaración del IRPF a todo el que supere los 700 euros de ingresos mensuales», afirma el economista de la Universidade do Minho, que recuerda además la fuerte presión fiscal que grava el consumo con un IVA del 20%.

La previsión de que Portugal cerrará el 2010 con 40.000 parados más no hace más que oscurecer el panorama. «Pero el portugués no protesta, emigra», afirma Carballo.

El goteo comenzó hace meses. «Miles y miles de trabajadores están saliendo ya para Holanda, Francia y Bélgica y también para Angola», constata Albano Ribeiro, el presidente del Sindicato de los Trabajadores de la Construcción Civil del Norte.

Frente a esta realidad, el Gobierno de Sócrates presentó el mes pasado a Bruselas un plan de austeridad estatal que aspira a bajar el déficit desde el 9,4 por ciento actual al 2,57% en el 2013.

Entre otras medidas de reducción del gasto, Portugal venderá empresas y participaciones por valor de 6.000 millones de euros, congelará el salario de los empleados del sector público y gravará los ingresos más altos con un impuesto especial del 45 por ciento.

El Consejo de Ministros luso aprobó además ayer un nueva tributación del 20% para las plusvalías generadas en bolsa, lo que, según los expertos, ayudó también a la caída del parqué.

Tras conseguir que Bruselas haya dado el visto bueno a esta batería de medidas, el Gobierno de Sócrates no se explica la dureza con la que los mercados tratan estos días a Portugal.

Sus ministros se quejaban ayer de que media un abismo entre la situación de su país y la de Grecia; y el propio jefe de Estado, Aníbal Cavaco Silva, antiguo líder la oposición conservadora, desacreditó un artículo publicado por un ex responsable del FMI en la prensa internacional, en el que alertaba de una próxima bancarrota de Portugal.