Kraft Foods se lleva a Bélgica la histórica planta de El Caserío, que producía quesitos en España desde 1931

ECONOMÍA

12 dic 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

La crisis no solo se lleva los coches por delante. A las deslocalizaciones de la automoción se suma ahora otra, de mucha mayor carga simbólica. La planta de El Caserío, donde se hacen los entrañables quesitos en forma de triángulo que han salvado miles de meriendas, cerrará sus puertas en Menorca porque Kraft Foods -la multinacional propietaria de la firma desde 1992- ha decidido trasladar la producción a Bélgica.

La noticia ha causado una profunda conmoción en Baleares. Comisiones Obreras comparó ayer este cierre con lo ocurrido en Nissan en Barcelona, y el resto los de agentes sociales de la isla se apresuraron a cuestionar el traslado de una planta económicamente rentable. De hecho, los sindicatos han denunciado que Kraft quiere aprovechar los momentos convulsos de la crisis para adoptar una decisión injustificada. Pero la compañía ya ha atribuido la decisión al exceso de carga de trabajo en sus plantas españolas y a la desaceleración del entorno económico.

Los ajustes de Kraft en la Península no solo supondrán el despido de 161 empleados de El Caserío en Menorca: el recorte de plantilla afectará también a la fábrica leonesa de Hospital de Órbigo (25 empleos) y a la catalana Montornés del Vallés (27 puestos de trabajo). Al impacto económico y laboral que supone el cierre de El Caserío, se suma la conmoción social por el traslado de una planta histórica en la isla.

Los orígenes de El Caserío se remontan en Menorca a la década de los treinta. El empresario Pedro Montañés de Villalonga empezaba por aquel entonces la fabricación de queso fundido partiendo del queso artesanal que se hacía en las fincas ganaderas de Menorca. Según informa Kraft, la multinacional propietaria, El Caserío comercializó su primer quesito en porción triangular en 1931, gracias a una máquina que se importó de Suiza y a unas cajitas de cartón que compraba ya terminadas y que servían de envase. Durante la Guerra Civil, la empresa, para asegurar la producción, llegó a adquirir un submarino en un desguace, donde desarrolló su maquinaria y pudo seguir con la actividad en unos tiempos difíciles. Fue a partir de los años cincuenta cuando El Caserío se hizo hegemónico en el mercado español gracias a sus quesitos. En 1992 pasó a manos de Kraft por 180 millones de euros. Y ahora se marcha a Bélgica. También se va un trozo de la historia de Menorca.