El río Ulla conserva sólo una pesqueira autorizada de lamprea en su curso estradense

SANTIAGO CIUDAD

10 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El río Ulla a su paso por A Estrada estuvo antaño plagado de pesquerías destinadas a la explotación racional de los recursos piscícolas. Sin embargo, desde que dejaron de ser económicamente rentables, las pesqueiras sufrieron un proceso de abandono progresivo que provocó el desmoronamiento de la mayoría. En la actualidad, en la ribera estradense del río Ulla sólo queda una pesqueira autorizada de lamprea en activo. Se trata de una construcción con tres boqueiras para la entrada de peces que está situada en el lugar de Bumio, en la parroquia de Barcala.

El día 15 del próximo mes de febrero se abrirá la temporada de la lamprea en esta zona. No obstante, las lampreas no llegarán hasta mucho más tarde.

Un refrán popular de la zona dice: «Carballo folludo, lamprea en Bumio». En su remontada por el río, la lamprea no suele llegar a Bumio hasta finales de abril o principios de mayo, cuando al roble ya le brotan las hojas nuevas. La temporada se cerrará el 14 de mayo.

Un trabajo de investigación realizado por el historiador estradense Damián Porto sobre las pesqueiras del Ulla pone de manifiesto la importancia histórica de estas infraestructuras fluviales al borde de la desaparición. En un artículo publicado en el séptimo volumen de A Estrada, miscelánea histórica e cultural , Porto constata en base a distintas fuentes la existencia de diversas pesqueiras desde San Miguel de Barcala a San Miguel de Castro. De algunas sólo quedan referencias en la microtoponimia y de otras apenas algunos restos camuflados entre hiedras y helechos.

Arquitectura popular

Las pesqueiras son un tipo de arquitectura popular diseñada especialmente para la captura del salmón atlántico, la lamprea, la anguila y el reo. Existen varios tipos pero todos ellos procuran el aprovechamiento de las zonas donde se producen corrientes que faciliten la captura de los animales. Las pesqueiras más comunes consisten en muros de sillares alineados paralelamente al río (poios). Lampreas y anguilas buscan la orilla del río o las zonas más calmas para remontar el cauce fluvial. Las corrientes empujan a los peces por estas calles hacia la red (boteirón) que se coloca al final de las mismas.

Las primeras pesqueiras datan de antes del siglo X. Las de entonces era nasas construidas con varas de madera o recolocaciones de piedras del lecho fluvial para facilitar la captura de los peces. En el siglo XV ya hay constancia de construcciones más elaboradas, como un canal de pesca en el río Ulla a la altura de Berres arrendado por el monasterio de San Paio de Antealtares a Fernán de Estande por una renta de dos docenas de anguilas curadas al año.

En Couso hubo pesqueiras en la Casa de Maíndo y en Arnois en la Casa Silva de Rivadulla. Esta construcción hoy en ruinas fue descrita por Alfredo Vicenti como un «dique bastante espacioso para que dos hombres puedan recorrerlo de frente». El mismo autor relata una anécdota de finales del siglo XIX, cuando en la zona de la pesqueira apareció un cadáver del que nadie quería hacerse cargo. En la época era habitual lanzar los muertos al río para deshacerse de los cuerpos y así evitar el pago al escribano del certificado de defunción. Cuando los cadáveres aparecían flotando surgíán las disputas entre ambas orillas por deshacerse del muerto.

Las de Arnois y Couso fueron dos de las últimas pesqueiras en uso de la zona.