Frank vandenbroucke, el genio que jugó a ser Dios

José M. Fernández

DEPORTES

Acumuló medio centenar de triunfos y fue designado como el heredero de Merckx en los noventa, antes de caer en las depresiones, el dopaje y las drogas

14 oct 2009 . Actualizado a las 11:04 h.

Otro ídolo caído prematuramente. Un juguete roto a los 34 años. Fran Vandenbroucke, el genio de la bicicleta en el que los belgas vieron a mediados de los años noventa al sucesor de Eddy Merckx, falleció la noche del lunes en una estación balnearia de Saly, a 70 kilómetros al sur de Dakar, la capital de Senegal. La versión inicial habla de una embolia pulmonar como la causa de su muerte; según uno de los empleados del hotel, estaba borracho y acompañado de una mujer. El émulo del Caníbal, devorado por sí mismo, por ese explosivo cóctel de productos dopantes, drogas y antidepresivos que se llevó por delante a su admirado Pantani o al Chaba Jiménez, el rival con el que protagonizó una mítica ascensión al puerto de Abantos en la Vuelta de 1999.

Medio centenar de triunfos

Nacido el 6 de noviembre de 1974 en Mouscron, Vandenbroucke comenzó su andadura profesional en 1994 de la mano de su tío Jean-Luc Vandenbroucke, ex ciclista y entonces director del Lotto, y de su padre, mecánico del equipo. El rebelde Frank rompió con el Lotto, un divorcio que acabó en los juzgados, para fichar por el Mapei, donde se labró un envidiable palmarés de 54 victorias, algunas tan brillantes como la París-Niza, la Lieja-Bastogne-Lieja o la París-Bruselas. También la Volta a Galicia de 1998, en la que se impuso a Olano y a Marcos Serrano.

En la cima de su carrera, con apenas 25 años, en 1999, fichó por el Cofidis, donde completó su último año victorioso. Ciclotímico y genial, Vandenbroucke ya estaba considerado entonces como uno de los enfant terribles del ciclismo. Un tipo extravagante que anuncia en televisión el lugar en el que atacará para imponerse en la Lieja-Bastogne-Lieja del 99 y un superclase que en la Vuelta a España de aquella temporada gana en el llano y en la montaña, dejando para la historia un impresionante ataque junto a las murallas de Ávila después de asfixiar a todo el pelotón en la ascensión al puerto de Navalmoral y de protagonizar un mano a mano para la historia en Abantos con el Chaba Jiménez.

Ya entonces habían llegado a su vida las primeras acusaciones de dopaje que anunciaron su fulgurante declinar. Su nombre apareció unido a la detención de Bernard Sainz ( doctor Mabuse ). En el 2000 fue ingresado por una depresión, aunque el comienzo del fin arrancó dos años después, cuando la policía encontró epo, morfina y clembuterol durante un registro en su casa. Vandenbroucke se inventó entonces una excusa para los anales de la historia: «Agentes, la epo no es para mí, es para mi perro enfermo», confesó. Unos meses después fue sorprendido conduciendo ebrio en Bélgica con una tasa que triplicaba la permitida y dos años más tarde la policía intervino en su casa porque había disparado al aire con una escopeta de caza mientras discutía con su mujer.  

Dopaje y espantadas

Los vanos intentos por levantar su carrera fueron en paralelo a las sospechas de dopaje y a sus espantadas de equipos con los que se había comprometido. Hasta en ocho formaciones intentó desde el 2000 reverdecer sus laureles. Sin éxito. Como en el 2006, cuando se sacó una licencia en Italia con el nombre de Francesco dal Ponte (traducción al italiano de Frank Vandenbroucke) y la foto de Tom Boonen.

Tanto contratiempo colapsó definitivamente a Frank Vandenbroucke, que en el 2007 intentó quitarse la vida en Italia mientras militaba en el Acqua e Sapone-Caffé Mokambo. El enésimo incidente antes de relatar doce meses después en sus memorias los problemas con su divorcio, las drogas y los productos dopantes, y de compararse con Pantani, como anticipando el fatal desenlace. Tituló su biografía con un elocuente «No soy Dios». No lo era, aunque algunos se lo pidieran y, a veces, hasta él mismo intentó serlo.