La vuelta a Galicia tras un cerdo

CULTURA

El inglés John Barlow, afincado en A Coruña, publica con éxito en Estados Unidos su crónica de la vida gallega bajo el pretexto de comerse todas las partes del animal

16 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

John Barlow, un inglés de Yorkshire de 1967, se marcó un reto: probar todas y cada una de las partes del cerdo. Su aventura gastronómica habría de embarcarle, además, en un viaje por uno de los escasos lugares del mundo en los que se cocina (y se saborea) el animal desde el morro hasta el rabo. Claro que Barlow contaba con dos ventajas: la primera, lleva viviendo intermitentemente en Galicia desde 1990; la segunda, su mujer es gallega. Y vegetariana.

Barlow acaba de publicar un libro en el que su gira porcina le ha servido para dar cuerpo a un relato a medio camino entre el diario personal, la observación antropológica y el ensayo de viajes. Su capacidad para captar hábitos culturales en anécdotas aparentemente intrascendentes, junto con su personal síntesis del humor británico y gallego, hacen de Everything but the squeal (Todo menos el gruñido) un divertido retrato de Galicia y sus habitantes. Es cierto que la pasión galaica por la gastronomía llevó a Barlow de cantinas rurales a restaurantes con estrella Michelin, de las matanzas a las fiestas de exaltación del chorizo, pero no se queda en la superficie. Junto a la Galicia de las tradiciones ancestrales y los mitos celtas, Barlow también habla de Inditex, de la comuna hippy de Negueira de Muñiz, del polémico artículo del topónimo coruñés y se entrevista con Manuel Fraga, solo cinco días después de perder las elecciones.

Cartografía

El resultado es un libro que cartografía un territorio, su historia y sus costumbres, que habla de «una España que no se parece a España», como coinciden en señalar las reseñas de las publicaciones norteamericanas Time y The Economist, que han saludado con entusiasmo la aparición de la obra de Barlow en el sello Farrar, Straus and Giroux.

A pesar de que no sabía nada sobre Galicia cuando conoció en Cambridge a la que más tarde sería su mujer, podría decirse que Barlow ha hecho suyo el lema publicitario «vivamos como galegos». Si se le pide que enumere lo positivo de residir en esta tierra, compone una larga lista: «Aquí se vive de una forma muy relajada, pero no aburrida; creo que es un buen sitio para educar a los hijos y la gastronomía es un plus, no solo la comida, sino la importancia que tiene para la gente». De Inglaterra valora «la diversidad laboral que ofrece». ¿Solo? «Bueno, también echo de menos la BBC y tomarme una pinta con tranquilidad en un pub. Aquí hay sitios apacibles, pero no es lo mismo... siempre hay una televisión o una tragaperras», pone como ejemplo de lo ruidosa que puede llegar a ser la vida en Galicia.

Que John Barlow se encuentra a gusto aquí se nota en su libro y cuando habla de su rutina coruñesa. Quizá fue su entusiasmo lo que notó su agente cuando le recitó los proyectos que tenía en cartera y lo animó con el libro sobre Galicia. Unos meses después le envió el primer capítulo, una descripción de un festín de cocido (su mujer pidió rape), y de ahí salió la idea de la vuelta a Galicia detrás de un cerdo.

Parte del idilio de Barlow con Galicia se debe a su excelente integración, a diferencia de otros expatriados británicos que se fabrican sus paraísos artificiales. Y, al contrario que ellos, Barlow parece feliz de que su hijo estudie gallego. «De hecho, es mi asignatura pendiente: tengo que aprender a leerlo y escribirlo».