Un refugio para los más débiles

Ángel Varela A CORUÑA/LA VOZ.

A CORUÑA

Desde que en 1913 se crease el Asilo nocturno para borrachos, Padre Rubinos no ha parado de crecer hasta convertirse en una institución social básica en la ciudad

30 may 2010 . Actualizado a las 03:06 h.

Cuando alguien tiene problemas, Padre Rubinos le ayuda. Sería el resumen de una institución que tuvo su primer antecedente en el Asilo nocturno para borrachos en 1913. Desde esa época, la institución que lleva el nombre de un jesuita (1899-1983) que dedicó su vida a cultivar el lema «Cuidar a quien más lo necesita» nunca ha parado de crecer. En 1960 se compraron los terrenos de Labañou en donde ahora se sitúa el centro. Nueve años después comienza a funcionar una guardería que fue una institución adelantada para una época en la que las familias todavía no acostumbraban a dejar a los niños pequeños al cuidado de un centro. En 1971 se abrió la residencia para la tercera edad. Desde esa época, nunca se ha detenido la inversión en mejorar unas instalaciones pensadas para ayudar a los sectores más débiles de la sociedad.

Actualmente manejan un presupuesto cercano al millón y medio de euros, que proceden de las cuotas de los usuarios de la residencia o la guardería -muy bajas si se tiene en cuenta la relación calidad-precio, ya que el coste mensual, por ejemplo, de la residencia de ancianos se situaría alrededor de los 700 euros, tres veces menos que en otra institución similar-, las subvenciones de las administraciones públicas, las aportaciones de los socios y las donaciones, que tanto pueden ser monetarias como en especie, como es el caso de las empresas distribuidoras de alimentos que aportan comida al centro.

Cincuenta y cinco trabajadores se ocupan de aquellos que tienen a Padre Rubinos como indispensable referente vital. Especial importancia tiene también el trabajo de las diez religiosas Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, fundamentales en el trabajo diario de Padre Rubinos.

Aparte de la residencia de ancianos o la guardería, el albergue es uno de los referentes de la institución. Todas aquellas personas que se encuentren en una situación de necesidad pueden encontrar en Padre Rubinos servicios de dormitorio, desayuno, comida y cena, duchas, ropa o asistencia jurídica e información que les sirva para resolver sus problemas personales. Durante el año pasado, el albergue ofreció 21.734 desayunos, 43.856 comidas y 54.750 cenas, lo que da idea del trasiego diario al que tienen que hacer frente los responsables de una institución que ha visto cómo la crisis económica incrementaba en un 25% las personas que la visitan en busca de ayuda.

Otro de los grandes caballos de batalla de Padre Rubinos es la residencia de ancianos, que cuenta con 69 plazas, y en donde los usuarios son atendidos por un extenso abanico de profesionales que se ocupan de las necesidades físicas y psicológicas de los residentes.

Amancio Ortega, el benefactor

Uno de los problemas de crecimiento con el que actualmente se encuentra Padre Rubinos son sus veteranas instalaciones, que no cumplen las actuales normativas sobre barreras arquitectónicas o aquellas que emanan de la ley de dependencia. Esos problemas habían marcado un techo de crecimiento para una institución que tiene como objetivo futuro multiplicar su trabajo con los más necesitados. Bajo estas premisas, el objetivo de los responsables de la institución pasaba por la construcción de un nuevo centro, cuyo principal problema era la financiación. Sin embargo, un convenio firmado con la Fundación Amancio Ortega el año pasado despejó todas las incógnitas. El fundador de Inditex decidió poner de su bolsillo los diecisiete millones de euros que costará la construcción del nuevo centro en una parcela situada en el tramo de la tercera ronda que atraviesa San Pedro de Visma.

A partir de que el magnate de la moda decidiese convertirse en el gran benefactor de Padre Rubinos, el proyecto ha tomado una velocidad de crucero solo interrumpida por la tarea de ajustar en a las ordenanzas urbanísticas de la ciudad la parcela de más de 20.000 metros cuadrados en la que se asentará el nuevo centro. Los diecisiete millones de euros aportados por Ortega servirán para levantar un moderno edificio de 14.442 metros cuadrados, en el que convivirán la residencia de ancianos, el albergue, la escuela infantil, un nuevo centro de día y las instalaciones para la comunidad religiosa que trabaja en el centro y las oficinas para el personal técnico, que pasará a estar compuesto por 125 profesionales. La inversión permitirá que los usuarios del centro se eleven a 555, que estarán repartidos entre las 189 plazas de la residencia de ancianos, las 112 del centro de día, las 173 del albergue y las 82 de la escuela infantil. Las obras de construcción podrían empezar durante los próximos meses.