Bañados en plata por el relleno

Javier Becerra
Javier Becerra A CORUÑA/LA VOZ.

A CORUÑA

Mientras las obras siguen su curso, el polvillo de la nueva arena depositada en las playas del Orzán y Riazor «tiñe» a los bañistas que se atreven a meterse en el agua

20 may 2010 . Actualizado a las 12:38 h.

A las playas de Riazor y el Orzán les ocurre, en esos momentos, lo que a una casa en plena reforma. Todo posee el cuño de la provisionalidad. Todo genera molestias a los usuarios. Y todo termina confluyendo en un mismo deseo: que termine cuanto antes y volver a la normalidad. Los labios de Ana Villar así lo expresan: «A ver cuándo acaban con esto, ahora no te puedes ni bañar».

Lo dice con conocimiento de causa. Atrevida, se metió en el agua de Riazor junto a sus amigos. Y salió envuelta de un polvillo plateado, como si le hubiesen arrojado un cubo de pintura por encima. «Parece una sirena que surge del mar», comenta entre risas Manuel Carrillo, uno de sus amigos. Y sí, lo cierto es que a Ana, por momentos, solo le falta la cola de pez para ello. «Te metes en el agua y al principio no, pero luego se te van hundiendo los pies y se te queda en la piel todo ese brillo», explica. «Espero que, poco a poco, el mar se lleve todo esto, porque si no la gente no se bañará. Ya llega con lo fría que está como para salir toda pintada».

El esto es el caolín que suelta la arena que se está agregando a toda la playa del Orzán y, por ahora, en parte de Riazor. El otro tramo, el que aún está libre de palas, tuberías y excavadoras, se divide con una reja metálica similar a las que se utilizan para los conciertos del Noroeste Pop-Rock. Ello provoca que los bañistas estén un poco más apretados de lo normal. «Nosotros siempre vamos al Orzán, pero ahora nos vemos obligados a estar aquí», dice Elena Fernández, también de la pandilla de Ana.

Atraídos por el sol, repiten jornada playera. Todos estudian bachillerato. Los libros que se apilan junto a sus toallas los delatan. «Sí, hay que combinar las dos cosas. Tomar un poco el solo y estudiar», dice Elena, que teme que, cuando el verano levante el telón, no hayan concluido las obras: «Al ritmo que van no sé si van a llegar ya para el veranito». Pero, sobre todo, a los chicos les preocupa una cosa: la fiesta de San Juan. «Bueno, la parte positiva de todo esto es que, si lo terminan, vamos a tener muchísima más playa para la noche de San Juan, pero que vayan terminando, que aquí no cabemos todos. Además, yo no quiero estar en Riazor, que yo soy el del Orzán».

Laura Verdejo ve en ello un inconveniente. «Ahora los de Riazor van a empezar con los paseítos y van a conquistar el Orzán, y eso no», opina entre risas. «Antes, tenían que dar la vuelta, pero ahora lo tienen todo mucho más fácil», continúa. Y mientras ponen en la balanza los pros y contras, surge la pregunta de Elena: «Oye, que dentro de una semana las palas estarán aquí. ¿A dónde vamos a tomar el sol?». «Al Matadero», le contestan sus compañeros. Pues a ver si cabemos allí, que lo dudo», se ríe.