El escritor Celso Castro, de 54 años, presentó ayer su nueva novela, El afinador de habitaciones, en la cafetería de Fnac y opinó que «la literatura está desaprovechada totalmente». Con estas palabras intentaba explicar su manera peculiar de ver la escritura y de llevarla a cabo: sin mayúsculas y espontánea, pues para Castro «la literatura se preocupa tanto por la forma de escribir que al final no cuenta nada».
El editor Enrique Murillo hizo una presentación del autor coruñés y de su obra, que calificó como independiente y personal. «Celso ofrece una historia en la que lo bueno y lo malo se confunden. Rompe con los tópicos del mundo de la cultura y la religión, pero sierpe con humor», explicó Murillo. Minutos más tarde el protagonista del acto lo corroboró al hablar de la anarquía de los personajes. En sus obras Celso admite dejarse llevar por la trama que se va creando a medida que escribe, deja que el narrador haga lo que quiera: «Todos cobran vida en mis novelas y no me hacen caso, van a su aire». Son rebeldes.
Precisamente este rasgo es uno de los esenciales de El afinador de habitaciones, un adolescente excéntrico en el que se mezclan el cinismo y el romanticismo. Vende como felicidad la continua desobediencia. Es lo que el escritor Enrique Vila-Matas llama «una narrativa febril, extremadamente moderna y original».
Recuerdos de la infancia
«Desde una editorial de Madrid me enviaron una novela para ver qué me parecía. Me enganchó en la página cinco. No pude cerrarla hasta que la terminé. Fue entonces cuando me enteré que el autor era Celso, mi amigo de la infancia». Gonzalo Canedo cuenta esta historia que le llevó a reencontrarse con su antiguo compañero del instituto Agra do Orzán. Ahora es el editor de Celso y está feliz por tener este trabajo propio desde hace un año; antes trabajaba en otra editorial en la que llevaba desde los 18 años y, como afirmó: «Ya tenía ganas de hacer algo por mí mismo».
Todavía les quedan, por ahora, dos novelas juntos, las que completan la trilogía de Yo, iniciada por la presentada ayer.