La Cros, de fábrica de abonos a centro cultural

Carlos Fernández

A CORUÑA

09 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

En plena ría de O Burgo se alza todavía el esqueleto de la vieja fábrica de la Cros, que ahora el Ayuntamiento de Culleredo quiere aprovechar y reconvertirla en un museo, auditorio o algo relacionado con el arte y la cultura.

Había comenzado a construirse en 1927 y empezado a funcionar en 1929. Nitrato amónico, cloruro potásico y otras sustancias químicas fueron combinadas para conseguir los abonos más variados. Una de las partes de la fábrica que más llamaba la atención era un enorme hangar de madera, para el que se utilizó solamente madera de tea virgen sin tratar, procedente de Guinea Ecuatorial. No menos llamativa sería su chimenea. En 1960, la producción fue derivada a los abonos complejos o granulados, así como ácidos de todo tipo y el material utilizado para la salazón y conserva del pescado, siendo sus principales clientes Copiba y Pebsa. También se fabricó sulsitato de sosa con destino a la fabricación de la porcelana.

Con flota propia de buques

La fábrica estuvo a punto de ser incluida en los años cuarenta dentro de un proyecto de industrialización de la ría de A Pasaxe, que tenía, entre sus fines, el hacerla navegable para buques de mediano porte (hasta 5.000 toneladas), para lo que hubiese sido necesario construir un nuevo puente con mayor altura de arco que el existente. Incluso se constituyó una empresa, Zicsa (Zonas Industriales Coruñesas), que nació con un capital de cinco millones de pesetas, siendo la promotora y propietaria la Cámara de Comercio coruñesa. Un dibujo general de este proyecto, algo fantasioso para la época de penuria económica en que vivía el país, todavía se conserva en la entidad cameral, que era la promotora y propietaria de Zicsa.

La Cros tenía una flota de buques, la Sac, con nombres de ciudades españolas, que hacían frecuentes escalas al puerto coruñés para surtirla de fosfatos, la mayoría cargados en Marruecos.

Durante años, se consideró a la fábrica como la principal fuente de contaminación de la ría de O Burgo, aunque, tras su cierre definitivo, en octubre de 1990, se comprobaría que no era solo ella la contaminadora. Grupos ecologistas acusarían a la fábrica de no haber descontaminado sus terrenos tras el cese de actividad. En su momento de máximo esplendor llegó a ocupar una superficie de cerca de 125.000 metros cuadrados, de los que hoy solo quedan 8.000.

Chimenea

Aparte el enorme hangar, lo que más destacaba de la Cros era su gran chimenea. En 1997, el Ayuntamiento de Culleredo tenía previsto restaurarla, pero luego se echó atrás arguyendo que todavía contenía sustancias contaminantes. Ya en 2002, se consideró un peligro porque estaba agrietada por varias partes. El 23 de mayo se intentó derribar por medio de una grúa, pero la instalación aguantó las acometidas y obligó a los responsables de la obra a desistir. El segundo intentó se llevó a cabo el 15 de junio. Tras doce horas de estallidos de dinamita y golpes de excavadora, la chimenea besó el suelo. A propósito de ello, la delegación coruñesa del Colegio de Arquitectos criticó el abandono y la posterior destrucción de estas emblemáticas chimeneas.

Finalmente, el Ayuntamiento de Culleredo va a acometer la descontaminación de los terrenos, paso previo para la construcción del auditorio.