El largo camino hacia la santidad

CARBALLO

Se cumple un año desde que el arzobispo de Valladolid inició el proceso de canonización de una mujer cuyas raíces familiares se hunden en Corcubión

02 may 2010 . Actualizado a las 02:51 h.

Corcubión debe ser uno de los lugares con más concentración de personas ilustres por metro cuadrado del país. El Ayuntamiento más pequeño de la comarca ha dado escritores, políticos, editores y otros cargos de primera línea. Ahora podría sumar a su lista el nombre de un santa si finalmente culmina el proceso de canonización de Encarnita Ortega Pardo iniciado hace poco más de un año.

Encarnita nació en Ponte Caldelas (Pontevedra) en 1920. Pero la mitad de la sangre que corría por sus venas era corcubionesa. La mitad o más, porque de Corcubión era su madre.

La progenitora se llamaba Manuela Pardo Valdomar y su familia vivió en el número 1 de la calle Antonio Porrúa durante años. No así Encarnita, a la que la vida la llevaría a recorrer una buena parte de la geografía española desde su infancia.

Su padre, José María Ortega, era de Zaragoza y trabajaba en el Cuerpo Técnico de Telégrafos, profesión que fomentaba su movilidad geográfica.

En 1926, siendo ella todavía una niña, la familia regresaría a Aragón para instalarse en Teruel, donde él fue destinado. Con todo, la huella gallega no desapareció de golpe. Siendo todavía una niña perdería a su madre, que falleció cuando daba a luz a su cuarto hijo. Pero con ellos se quedó un tiempo una mujer al cuidado de la familia, Alsira Castiñeira, también gallega.

Encarnita Ortega tuvo dos hermanos, Gregorio y Teresa María. Ella fue una de las primeras fieles del Opus Dei, pero ese contacto llegaría después de una dura experiencia.

En Teruel cogió a la familia el estallido de la guerra civil. La ciudad fue sitiada en 1938 y ella se ofreció voluntaria como enfermera. Acabaría conociendo durante un tiempo las cárceles del gobierno republicano en Valencia, ciudad en la que luego se quedaría a vivir una vez liberada la familia.

Allí, durante unos ejercicios espirituales, conoció a Josemaría Escrivá, el fundador del Opus Dei. Fue una de las primeras mujeres en formar parte de la organización, alcanzando después diversos cargos en ella.

Los datos sobre la vida de Encarnita Ortega se pueden leer en un libro -publicado por la editorial Rialp- y un folleto -editado por Mundo Cristiano- escritos por su biógrafa, Maite del Riego, que la conoció personalmente. A ella se deben esas obras, Páginas de amistad, relatos en torno a Encarnita Ortega , y Encarnita Ortega: hablando tú a Dios .

«Su capacidad de relación con la gente, su amistad, llegaba hondo y aflora con prontitud cuando alguien habla de ella», cuenta Maite del Riego. «Podría haber logrado en este mundo lo que se propusiera, porque poseía dos virtudes que escasean, la fortaleza y la sinceridad -relata su biógrafa-. Si Encarnita dejó esta huella en tanta gente de su entorno es porque llevaba consigo la huella de Dios. Una marca cristiana imborrable que se manifestaba en un cariño servicial y alegre Nadie le resultaba indiferente. Para todos tenía un don». Su trayectoria vital la llevaría a Roma, donde estuvo una larga temporada. Por esas fechas su hermano protagonizó un oscuro episodio dentro del Opus Dei. Acabaría emigrado en Argentina. Aquello fue, seguramente, un duro golpe para Encarnita Ortega, que regresaría a España en 1961.

Primero estaría un tiempo en Barcelona, después en Oviedo. Finalmente se instalaría en Valladolid, donde vivió más de dos décadas. Murió en 1995 en Pamplona tras pasar por una larga enfermedad. Su muerte no significó, en modo alguno, su olvido, ya que quienes la conocieron y la trataron mantienen hoy bien vivo su recuerdo.

En marzo del 2009, el arzobispo de Valladolid, Braulio Rodríguez Plaza, presidió el acto que daba inicio a su proceso de canonización.

Proceso

Llegar a santo no es tarea fácil. Tampoco rápida. Hace un año que se dieron los primeros pasos, pero es bien probable que falten todavía unos cuantos más para que la Iglesia falle sobre esa petición. El Tribunal Archidiocesano de Valladolid comenzó el proceso escuchando a distintas personas que testificaron en el mismo. El postulador de la causa de santidad fue José Carlos Martín de la Hoz, también del Opus Dei. «Puede ser una de esas personas que han recorrido el camino de la santidad y han alcanzado la heroicidad de las virtudes cristianas», cita sus palabras una nota difundida entonces por la oficina de información de la prelatura del Opus Dei.

La figura de Encarnita Ortega tiene muchos seguidores y basta con echar un vistazo a la cantidad de entradas que figuran en Internet para darse cuenta de que, pese a los años transcurridos desde su muerte, sigue muy viva.

Queda un largo recorrido para que esa mujer cuyos orígenes hay que buscarlos en Corcubión entre la lista de los santos.

En la página web del Opus Dei se puede bajar una estampa de Encarnita para la devoción privada de los fieles. También figuran allí algunos hechos importantes de su vida y una lista con los favores concedidos por la corcubionesa tras su fallecimiento a través de la oración.

Son varias las declaraciones de particulares sobre los efectos de la mediación Ortega en sus vidas. Esos y otros hechos deberán formar parte del proceso de canonización y la Iglesia deberá juzgar si son suficientes, sumados a otras fuentes, para conceder la santidad a Encarnita Ortega.

El último de los originarios de la Costa da Morte en alcanzar la santidad fue Frai Carmelo, vimiancés. Ortega podría ser la primera santa con raíces corcubionesas.

Ya no anda por este mundo y hacía mucho que no andaba por tierras de la comarca. De ella lo que queda en la villa natal de su madre es la casa en la que vivió. Una prueba más de que, se mire a donde se mire, en Corcubión las piedras están cargadas de curiosas historias.