La Costa da Morte aún recuerda su pasado minero

CARBALLO

Laxe, Carballo, Balarés o Corcoesto fueron los grandes centros extractivos

26 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Recién nombrado catedrático de Análise Química en Santiago, sobre el año 1922, el laxense Isidro Parga Pondal, para algunos estudiosos padre de la geología gallega, recorría los arenales de la comarca quemando algas para pesquisar los minerales que podían contener sus cenizas. Explica el historiador Luís Giadás, que «froito de tan longa e pacente investigación serían as súas monografías, nese mesma década de 1920 sobre caolíns en Laxe, ilmenita e rutilo en Balarés ou os seus descubrememtos dos xacementos de volframaio, como o evidencian os estudos sobre A Brea, Neme ou Casaio». La Costa da Morte se fue convirtiendo así, con varios puntos clave, en espacio de referencia dentro del panorama minero gallego.

En lo que semejan ser territorios dormidos, se han escondido importantes explotaciones como las de caolín de Laxe, asociada a la mina Santa María da Atalaya. Según la información recogida de archivos y también de los testimonios de quienes trabajaron en ella, Luis Giadás describe las dependencias: «A fábrica instalarase no Campo do Lago; onde hoxe está o campo de fútbol ergueríase o aserradoiro para a construción das barricas que contiveran o mineral en bloco así como a leña e o serrín para combustible do forno». Al lado de la chimenea que todavía hoy sobrevive estaban las estufas para calentar el mineral mojado. Enfrente, el laboratorio y la oficina y, donde hoy está la gasolinera, se ubicaba antaño el taller de reparación de maquinaria y el garaje. La actividad de ese yacimiento en los años 30 en la Agra de Fenllido se trasladó a la mina da Lagoa, en Gundar (Coéns) entre los años 40 y 60. Desde allí hasta el Campo do Lago, bajarían las vagonetas aerotransportadas. Como resto de esa actividad, todavía subsisten varios postes por la zona.

Tanto Kaolines S. A de Laxe -un tercio de sus acciones quedan en manos de los hermanos Pondal- como Malabar I y Malabar II, en Balarés, dependencia de Titania, S. A., «sacaron a fame da Ribeira Baixa do Anllóns», explica Giadás. Aportaron a sus trabajadores «economatos e salarios dignos na época do racionamento, ademais de Seguridade Social e paga extra. Por outra banda, parte dos capitais destas e doutras empresas de Parga Pondal subvencionaron a recuperación da cultura galega na longa noite de pedra do franquismo, a editorial Galaxia». Todavía quedan incógnitas, incluso «crebacabezas», como lo llega a tildar Giadás, sobre ese pasado minero. Actualmente, participa en un proyecto de investigación sobre Titania S. A. con Xosé María Varela, Xosé Manuel Varela, Lito Eiroa y Cristina Souto, del que ya se puede ver un avance tecleando Titania S. A en youtube. Por su parte, la cantera de Neme, en Carballo, oculta un pasado de oro asociado a la segunda guerra mundial y a la «febre do volframio».