El laureado cementerio de Fisterra cumple una década sin estrenarse

La Voz

CARBALLO

La maraña de titulares del Cabo impide celeridad en cualquier tramitación administrativa

07 abr 2008 . Actualizado a las 12:02 h.

Hace ahora justo un año, todo parecía estar en vías de solución, lo que no era poco logro. El cementerio de Fisterra, una de las obras de la arquitectura gallega más premiadas de los últimos años -las obras se habían iniciado en 1998 y duraron casi un año, tras varios problemas- era recibido por el Concello de Fisterra. Ya era un cementerio municipal y, por tanto, ya podía ponerse fin a su abandono, del que tanto se habló en plenos y medios de comunicación. El Concello no había querido hacerlo suyo, procedente de la Diputación (fu construido gracias a un plan de obras provincial) porque estaba en desacuerdo con el resultado final, o al menos eso decía el alcalde, el popular José Manuel Traba. Tal vez no era casual que el proyecto partió de un tripartito liderado por los socialistas. Pero, con todo, lo recibió. Lo anunció en noviembre del 2006, con visita especial incluida de su famoso arquitecto, César Portela. Hubo que esperar cinco meses más para la firma, pero se produjo.

Así que, en efecto, todo parecía estar encauzado para dar vida a una obra llamativa, peculiar, a veces polémica y muy reconocida a nivel internacional y nacional, con galardones de prestigio, grandes fotos en las publicaciones especializadas y constantes visitas de arquitectos o turistas de lejanas procedencias para admirar esos 14 cubos de granitos con 12 tumbas cada uno, más capilla y sala de autopsias.

Sin embargo, todo sigue (casi) igual. El cementerio está muerto y los tojos y brezos siguen campando a sus anchas y coloreando el entorno por temporadas.

El problema es que no hay luz. No llega la línea eléctrica al lugar, ni parece que vaya a hacerlo a corto plazo. Hay una que enlaza el pueblo con la punta del Cabo, hasta el faro, y que pertenece a la Autoridad Portuaria. Pasa sobre terrenos privados y municipales, cuyos titulares son los que tienen las servidumbres respectivas para poder actuar sobre postes y cables. Unión Fenosa requiere esas servidumbres para hacerse cargo de la línea. Con las de titularidad municipal no habrá problemas, explica el alcalde, el popular José Manuel Traba, y con las particulares no debería haberlo, pero hay que negociarlas una a una. De hecho, hace ya tiempo que comenzaron los contactos. (Costas, Medio Ambiente y Política Territorial también tienen intereses en este territorio).

Una vez que Fenosa tenga la línea, que permitirá también iluminar los servicios del área del faro, también sin estrenar, habrá que darle acceso al cementerio. No parece complicado, pero tampoco es tan sencillo. Desde el pueblo no puede llevarse la conducción, porque habría que enterrarla «e iso xa custaría máis que o propio cemiterio», aclara el regidor (en su momento, 61 millones de pesetas). La conexión deberá partir del punto más próximo del tenido que accede a la punta del cabo, y de nuevo canalizarla bajo tierra. Caro, pero menos.

Con todo esto, ¿cuándo estará, al fin, todo listo? Traba prefiere no dar una fecha: «¡Se xa levamos anos a voltas co das servidumes...!». Con todo, es optimista. Anuncia que, cuando se cierre todo el proceso, habrá que construir la segunda fase del cementerio, que de momento es de solo 168 nichos, menos de los 216 previstos inicialmente, ya que hubo problemas con los terrenos en las catas y hubo que reducir obra. También quiere eliminar el tanatorio y ampliar el espacio para la capilla. Y construir un camino por la ladera, desde el pueblo, para facilitar el acceso y evitar la carretera. Y adecentar todo aquello un poco, pero no mucho. «Está impecable, resiste moi ben o paso do tempo».