Un fuego provocado calcinó un quiosco del centro de A Pobra

BARBANZA

08 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La gamberrada o robo -la Guardia Civil trabaja con ambas hipótesis- que sufrió un quiosco de A Pobra, ubicado en pleno centro de la villa, tuvo nefastas consecuencias. Con la voz entrecortada, la propietaria, una mujer del municipio pobrense llamada Carmela Arias Santiago, lo resumía ayer de la siguiente manera: «Arrasou todo, non me quedou absolutamente nada libre do lume. O único que se salvaron foron un par de táboas que tiña por fóra».

Todo ocurrió sobre las cuatro de la mañana. En ese momento, las llamas alertaban a los vecinos y obligan tanto a los bomberos como a la guardia civil a desplazarse a contrarreloj a los jardines de Valle-Inclán. Pero de poco valió el despliegue de medios. Desafortunadamente, prácticamente todo el quiosco ya había sido pasto de las llamas.

¿Qué pasó? Tal y como sospecha la Guardia Civil y la propia dueña del negocio, unos desconocidos intentaron robar o hacer una gamberrada. Al parecer, accedieron al interior del recinto por una ventana y debieron conseguir llevarse alguna que otra mercancía. No en vano, en los jardines cercanos al quiosco aparecieron distintas chucherías de las que se vendían en este establecimiento.

También unos contenedores

Sin embargo, supuestamente, no les llegó con la primera fechoría. Así, decidieron plantar fuego al quiosco y convertir en cenizas el puesto de trabajo de una persona. Y no solo eso. Cerca del local calcinado, también aparecieron ardiendo unos contenedores de basura. Lógicamente, la guardia civil, que está investigando el caso, cree que ambos hechos están relacionados y tienen la misma autoría.

Les avisaron los agentes

Tras los primeros minutos de intervención, fueron los propios agentes los que acudieron al domicilio de Carmela Arias para alertarle de lo ocurrido. «Por suposto, fomos alí e xa vimos todo o que pasara». Precisamente, la imagen que vio luego tardará tiempo en borrársele de la cabeza a esta mujer. Y no solo a ella. Ayer, eran decenas las personas que se acercaban a observar los restos del quiosco y lamentaban «esa gran gamberrada».

Con el paso de las horas, los pensamientos de la propietaria se centraban también en resolver cuanto antes la papeleta para poder abrir las puertas de su establecimiento de nuevo. La mujer explicaba que se trataba de un recinto de madera que, afortunadamente, estaba asegurado. Y es que, aunque nunca con la virulencia de ahora, no es la primera vez que este local sufre un percance. Hace meses también intentaron robar, pero no llegaron a abrir la puerta. Desafortunadamente, esta vez la fechoría la consumaron y el quiosco pobrense se reducía ayer a un buen montón de negros rescoldos.