El arte de Cúchares no ligó en Arousa

Antonio Garrido Viñas
Antonio Garrido VILAGARCÍA/LA VOZ.

AROUSA

Una intentona en O Cavadelo, a mediados de los 80, fue la última ocasión en la que se celebró un festejo taurino en Vilagarcía. El precedente anterior data de 1963

06 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Está claro que Galicia no es tierra taurina. Salvo A Coruña, en menor medida, y Pontevedra, no hay una gran afición, aunque es irrefutable que la feria de La Peregrina es todos los años un éxito de público. Y que muchos vilagarcianos acuden al coso de San Roque año tras año.

En Vilagarcía, sin embargo, el arte de Cúchares no ha llegado a cuajar. Todo ello a pesar de que en el Cossío, la biblia de la tauromaquia, se afirma que en la localidad se llegó a construir una plaza a finales del siglo XIX con capacidad para 4.500 espectadores. Hay crónicas, de hecho, memorables sobre festejos taurinos celebrados en la capital arousana, como aquella que narra La Gaceta de Galicia de un día de San Roque de 1893. Aquel 16 de agosto rondó la tragedia, cuando Magito , el primero de la tarde, cogió al banderillero Gimalito «por donde no digan dueñas y por debajo del sobaco», explica el cronista, lo que hizo temer lo peor a los presentes. Finalmente, todo quedó en un susto y en «tres o cuatro rasguños en parte muy delicá ».

Pepe-Hillo de Barrantes

Tras la guerra civil, y mediados de los años cincuenta, fue el campo de A Lomba el escenario habitual de los distintos festejos taurinos. Había espectáculos serios, con importantes llenos a pesar de los precios (a veinte pesetas las localidades de sombra y a tres las de sol) y becerradas cómicas en la que participaban cuadrillas con aficionados de la localidad como Celtita o el Niño de Arosa. Uno de los habituales y más esperados siempre era Pepe- Hillo de Barrantes, autor de toda una gesta narrada por Diéguez Patiño en Faro de Vigo : «Pepe-Hillo es un creador de difíciles desplantes. Él solito se encargó de trabajar al bicho con la capa, puso banderillas, incluso sujetando a la vaquilla por las astas para colocarla más cómodamente para, finalmente, después de muchos revolcones que no arredraron su indudable valentía, cuajar una formidable faena de muleta muy bien aprovechada por el bicho, que se hinchó a dar revolcones al bueno de Pepe-Hillo, que mató al segundo intento entre la apoteosis de la concurrencia».

En 1956 se celebraron tres festejos, dos festivales cómico-taurinos y una becerrada, pero el público no respondió según lo esperado y llegó el primer parón. No se volvieron a celebrar festejos hasta siete años más tarde. Fue en 1963, con José Luis Sánchez-Agustino como presidente de la comisión de fiestas, cuando se organizaron tres festivales en una plaza instalada en la zona del muelle comercial. El día grande, el 16 de agosto, tuvo como protagonista de nuevo a Pepe-Hillo, que en esta ocasión tuvo que enfrentarse a la fiereza del animal y a las adversas condiciones climatológicas, puesto que la lluvia deslució el festejo. El 18 de agosto actuaron los novilleros Curro de Celis, que cortó una oreja de cada enemigo, y Ramón Fernández El Portorriqueño , con división de opiniones en ambos. Las reses eran de la ganadería de don Santiago Muñoz Madrigal.

Ese fue el punto y seguido de los festejos taurinos en Vilagarcía. Tuvieron que pasar un par de décadas hasta que una plaza de toros portátil se volviera a instalar. Fue a mediados de los años ochenta, con José Luis Rivera Mallo en la alcaldía. La idea surgió de la comisión de fiestas de entonces y contó con la ferviente oposición tanto del PSOE como del BNG, que no consideraban nada apropiado renovar el espíritu taurino en la localidad.

Lo cierto es que las novilladas que se celebraron no pasarán a la historia por su calidad aunque alguno de sus protagonistas sí que dejó recuerdos en Vilagarcía. Así, uno de los novilleros que actuaron en alguno de esos festejos tuvo el detalle de regalar un par de banderillas a Rivera Mallo, que el ex regidor todavía guarda en su domicilio.

El propio Rivera guarda gratos recuerdos de los espectáculos protagonizados por Pepe-Hillo a mediados de los años cincuenta, por la fiesta que se montaba en la plaza y en sus alrededores, puesto que el diestro era paseado por toda la localidad en loor de multitudes.

Lo cierto es que el intento de recuperar las novilladas en Vilagarcía fue un fracaso y las fiestas de aquel año, de hecho, se recuerdan más por el concierto que ofreció Mecano en la propia plaza portátil. Fue el año anterior a que el grupo llegara a lo más alto de las listas de ventas y, probablemente, fue también aquel uno de los últimos conciertos organizados por una comisión de fiestas en la que los espectadores tuvieron que pagar por entrar. Lógico. Aquel día había mucha más gente escuchando la música alrededor de la plaza, que estaba instalada en O Cavadelo, que dentro. Fue esa la última ocasión en la que los aficionados vilagarcianos pudieron disfrutar de un espectáculo taurino. Desde entonces, y van allá cinco lustros, los seguidores del arte de Cúchares deben desplazarse para ver en directo alguna corrida de toros.