Una década sin los históricos

Susana Luaña Louzao
Susana Luaña VILAGARCÍA/LA VOZ.

AROUSA

Charlín saldrá pronto de la cárcel, pero a sus compañeros de fatigas aún les queda tiempo en prisión; Laureano Oubiña lleva diez años y Sito Miñanco, «solo» nueve

22 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La entrada del nuevo siglo supuso también un punto de inflexión en la historia del narcotráfico en la ría de Arousa. En ese año fue detenido Laureano Oubiña, que llevaba meses fugado de la Justicia y que fue sorprendido en una isla griega junto con su hijastro, David Pérez Lago. Manuel Charlín ya llevaba tres años encerrado, sin poder pisar la calle pese a las peticiones de libertad provisional de sus abogados. En cuanto al tercer nombre con mayúsculas de los capos de la ría, Sito Miñanco, aunque brindó por la nueva era en libertad, lo hizo lejos de su Cambados natal, del que se había ido tiempo atrás por la presión a la que se veía sometido y porque tenía negocios que atender fuera. Fue en su chalé de Villaviciosa de Odón, en Madrid, donde se le detuvo un año después por un alijo de 5.000 kilos de cocaína. Cuando entró la policía, lo sorprendieron con las cartas náuticas desplegadas y hablando en línea directa con la embarcación. Ya es famosa aquella frase que le dijo a los agentes que entraron en su domicilio: «Esta vez sí que me habéis pillado», reconoció.

Por lo tanto, hace ya una década que los más poderosos del narcotráfico en la ría, los que trabajaban a medias con los cárteles colombianos, están fuera de juego y encerrados. Y con la excepción de Charlín, que podría salir este verano beneficiándose de la refundición de sus penas, a los demás aún les queda tiempo. La salida de Oubiña no debería producirse antes del 2016, aunque la sentencia del Supremo que beneficia a Charlín podría crear un precedente del que se podría aprovechar también el viudo de Esther Lago. Miñanco, por su parte, fue condenado a 16 años por un alijo de cocaína, y no debería abandonar la prisión hasta el 2015. Los tres deberían estar más que jubilados para entonces, aunque el suyo no es un oficio con pensión. Charlín tiene 78 años, Oubiña 63 y Sito Miñanco, 54. Si abandonan la cárcel cuando le corresponde, Prado Bugallo tendrá ya 60, y el antiguo propietario del pazo de Baión, 69.

Hay otros nombres de peso entre rejas, pero todavía con las celdas recién estrenadas. está Marcial Dorado, que aunque fue detenido hace unos años por Vázquez Taín, pronto obtuvo la libertad condicional. Solo cuando la Audiencia Nacional lo condenó a diez años de cárcel -su primera condena por narcotráfico- fue definitivamente encarcelado, pero en realidad, no lleva más que un año en prisión.

Mucho más joven pero al mismo nivel que los anteriores está el hijastro de Oubiña, que fue pillado in fraganti cuando pretendía desembarcar un alijo en Muxía. David Pérez Lago ingresó en prisión en el 2006, y de momento, no salió. El riesgo de reincidencia y el convencimiento de la policía de que era uno de los narcotraficantes más activos tuvo mucho que ver en las continuas denegaciones de libertad condicional.

La ausencia de los históricos se dejó notar de forma profunda en el submundo del narcotráfico, como se puede comprobar ahora, diez años después de que todos ellos fueran encarcelados. Por eso el 2000 marcó un punto de inflexión. Porque si bien es cierto que a partir de ahí siguieron desembarcándose alijos de toneladas de cocaína, el sistema había dado un giro copernicano.

El declive

Para empezar, los gallegos dejaron de ser narcotraficante para pasar a ser narcotransportistas; o lo que es lo mismo, dejaron de ir a medias con los colombianos en el negocio para pasar a cobrar solo un porcentaje por el desembarco de los fardos. Pero además, en muchos casos eran consumidores, por lo que las transacciones que antes no eran más que un buen negocio pasaron a convertirse en un peligroso estilo de vida que acabó en más de una ocasión en ajustes de cuentas. Un tercer aspecto importante en ese cambio experimentado está la presión de las fuerzas del orden, en la que tuvo mucho que ver la creación de la unidad Greco-Galicia de la Policía Nacional, enviada a Pontevedra única y exclusivamente para desmantelar los clanes arousanos, un objetivo que va camino de cumplirse.

Y si quedaba una estocada final, esa se encargaron de propinarla los jueces y la Agencia Tributaria, que hace años descubrieron que era mucho más efectiva en la lucha contra el tráfico de drogas la incautación de los bienes de los narcos que la de los propios alijos.

Y así no hay descargas en la ría. Al menos de momento.