«En este país ya no trabaja ni el Tato»

OPINIÓN

CARMELA QUEIJEIRO

10 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Ascensión y descenso

Leo que la noche de la Ascensión (festivo en Santiago) se ha saldado con un récord en el habitual espectáculo que nos deja la socialización de los jóvenes en España, bautizado como botellón. Algo que puede llamar la atención en una juventud que acude en masa a la llamada de las distintas manifestaciones en pro de la lucha contra cambio climático, del respeto a la naturaleza y de los valores democráticos.

Nuestros jóvenes son cobayas y víctimas de una educación nefasta carente de todo lo esencial que cualquier ser humano en plena formación precisa. Valores, responsabilidad y disciplina son incógnitas en su día a día y que únicamente con suerte irán descubriendo al enfrentarse al simple hecho de vivir, ya que un estado de bienestar petulante y frívolo como el de España se lo niega. Es la factura del todo gratis, de una sobreprotección irresponsable por parte de padres, educadores y, sobre todo, de unos políticos sin escrúpulos ni experiencia que juegan con fuego, ya que todas estas masas de inocentes más pronto que tarde tendrán que exigir lo que se les debe. Juan C. Mella. A Coruña.

Prohibición de fumar

Una carta publicada en este espacio alude al silencio de los antiguos trabajadores de la Fábrica de Tabacos. Me gustaría aclarar que sí se nos oye protestar y exigir derechos sociales y la defensa de nuestras pensiones (mutualidades, reclamaciones ante la Valedora do Pobo...). Sobre la libertad de fumar o no, esa cuestión es muy particular y las prohibiciones, que nunca me han complacido, deben estar siempre condicionadas al bienestar de la salud.

En cuanto a romper una lanza en favor de un producto que tanto nos ha dado de comer, personalmente estoy muy agradecido de haber podido trabajar (50 años) en esa empresa.?Una empresa en la que los derechos sociales se fueron ganando día a día con un protagonismo principal de las cigarreras. Eso merece nuestro inolvidable recuerdo. Pero no me toca a mí enjuiciar otros factores más allá de mis conocimientos sobre el consumo de tabaco. Doctores tiene la ciencia para decirlo. Juan José Lojo Fandiño. A Coruña.

Del pluriempleo a la limitación de jornada

Del deterioro empresarial, sirva de ejemplo el hecho de que muchos restaurantes están cerrados por falta de camareros y cocineros. Y lo mismo ocurre cuando precisas un fontanero, carpintero o electricista. Hemos pasado de los tiempos en que se tenía que hacer pluriempleo para sostener a la familia a una situación en la que se establecen normas para repartir la jornada laboral o, en su caso, repartir subvenciones muchas veces injustificadas, por ser beneficiarias personas en paro que renuncian a ofertas de empleo al considerarlas menos rentables que la ayuda recibida.

El Gobierno, en lugar de incentivar al empresario para establecer su negocio, lo desmotiva y sangra con subidas insoportables de impuestos, burlando por su parte al trabajador con contratos basura como el «fijo discontinuo» o con una reducción de la jornada laboral, decisión que para nada soluciona su capacidad económica al mantenerlo con el mismo sueldo. En resumen, en este país ya no trabaja ni el Tato, unos porque no quieren y otros porque no pueden; y los que lo trabajan, lo hacen desmotivados ante las malas perspectivas de futuro. Adolfo Costas Gascón. Pontevedra.

¿Viniste en patera?

La señora en la terraza. Acompañada de su hija y su yerno, segura de sí misma, tomando el café. Aparece un joven ofreciendo su mercancía: mecheros, pulseras y flores de papel. «Tres meses aquí, tres meses aquí», dice una y otra vez. Le espeta la señora: «¿Viniste en patera?». El chico responde: «Tres meses aquí». La señora vuelve a la carga, elevando el tono y silabeando: «¿Mu-cha ham-bre en Á-fri-ca? ¿Qué o-fi-cio sa-bes ha-cer?»... «Tres meses aquí». Y la dama pregunta de nuevo, vocalizando con voz chillona: «¿Fon-ta-ne-ro, e-lec-tri-cis-ta, con-duc-tor?». El chico la mira con cara de póker y repite : «Tres meses aquí, tres meses aquí». Llegados a este punto, y en un alarde de comprensión y empatía infinitas, interviene la hija: «Mamá, no entiende el idioma». «¡Al final no nos dijo si vino en patera!», remata la madre. M. J. Vilasuso. As Pontes.