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La inteligencia artificial transforma la abogacía: agiliza trámites pero desafía la cercanía humana

Olga Suárez Chamorro
Olga Suárez REDACCIÓN

TECNOLOGÍA

Aunque los documentos se pueden firmar con certificado digital, mucha gente prefiere haerlo de forma manuscrita
Aunque los documentos se pueden firmar con certificado digital, mucha gente prefiere haerlo de forma manuscrita

Los despachos automatizan procesos con los que ahorran tiempo y mejorar la productividad, pero el contacto personal sigue siendo imprescindible: «La empatía es un elemento esencial que a día de hoy la tecnología no ofrece»

06 may 2024 . Actualizado a las 09:03 h.

La inteligencia artificial está cambiando sectores enteros a través de profundos procesos de automatización, que permiten ganar agilidad en cualquier trámite burocrático, pero muchas veces lo hacen a costa de deshumanizar procedimientos en los que el acompañamiento marca la diferencia. Y uno de los ámbitos en los que este aspecto prevalece es en el de la abogacía. «Pueden firmar documentos con certificado digital pero muchas personas siguen prefiriendo venir  al despacho y firmar in situ de forma manuscrita», explica  Eva Rosende Castro de la cooperativa gallega Artigo 14. Reconoce no obstante las bondades de las nuevas tecnologías generativas: «La búsqueda y recopilación de jurisprudencia es una de las tareas que más tiempo  y recursos consumen en cualquier despacho profesional», destaca. Gracias a la implementación de la IA  en bases de datos jurídicas se optimizan estos procesos, lo que supone un considerable ahorro de  tiempo y una importante mejora de la productividad. «Esta tecnología extrae los conceptos clave  de una sentencia y es capaz de sugerir otros casos similares al caso que estás viendo, por lo que las búsquedas son más rápidas», explica. Y reconoce que logran generar estimaciones de plazos y  probabilidades de éxito tanto a nivel de juzgados como a nivel de materia jurídica.

Coincide en este punto María Cerviño, responsable del área de startups y tecnología en Vento Abogados, que explica que la tecnología «nos permite ser más rápidos en tareas auxiliares como buscar sentencias que apoyen los argumentos en un pleito, o estudiar las normas que aplican a un caso». También reconoce un esfuerzo en los  proveedores de bases de datos de jurisprudencia o legislación por integrar herramientas de IA que facilitan la búsqueda de contenidos tales como sentencias o resoluciones. No obstante, cree que el cambio en el sector está siendo paulatino y «apenas existe IA generativa especializada que podamos usar de forma fiable». En este sentido, recuerda que el derecho es un gran sistema de normas que deben estar perfectamente clasificadas por territorio, rango jerárquico y vigor temporal, «y todos estos parámetros determinan qué normas se aplican en cada caso y cómo se relacionan entre sí, y por el momento no hay ninguna IA que pueda hacer este cribado».

Eva Rosende es rotunda en cuanto a los límites que deben imponerse en su profesión, «la IA no puede suponer un coste cognitivo, no debemos perder  de vista que para especializarnos en una materia se requieren horas de estudio y dedicación,  análisis de jurisprudencia, comprensión lectora y sobre todo valoración crítica, que son  esenciales para formarnos e instruirnos», por lo que tiene claro que algo que la tecnología no podrá hacer por los profesionales del Derecho es esa lectura atenta «que amplía y profundiza nuestro conocimiento hasta formar un criterio propio». 

Equilibrio entre humanos y robots

Desde Indemnización por Accidente, compañía especializada en la reclamación de daños por accidente laboral, abogan por un sistema que combine tecnología con asistencia profesional personalizada. En su caso, la compañía ya aplica tecnologías que permiten agilizar el envío de documentación por parte del cliente, así como herramientas internas que ahorran tiempo a los abogados encargados de revisar y preparar cada caso. «El hecho de que estemos acostumbrados a realizar trámites de forma autónoma con compañías de telecomunicaciones, compras online o bancos está provocando un fenómeno que ha transformado las reclamaciones legales», reflexiona Ignacio González Gugel, socio de Indemnización por Accidente. Pero también incide en la necesidad de que, tras estos trámites iniciales digitalizados, haya una persona.

Lo que echan en falta desde despachos como Vento Abogados es una digitalización real de la Administración y la Justicia: «Existe un choque importante entre la automatización de procesos que se ha venido implantando en los despachos de abogados y en los Juzgados, donde todavía nos requieren para aportar copias en papel», reconoce. 

En lo que todos los profesionales coinciden es en que el cliente quiere que un profesional «de carne y hueso le escuche, le oriente y le asesore», en palabras de María Cerviño. De hecho la relación abogado-cliente se basa en la confianza, «y esta confianza no es posible si no hay una mínima relación personal», destaca esta profesional. Y coincide con su colega de Artigo 14: «Para alcanzar esa relación de confianza es necesaria la cercanía, interactuar con las personas, ya que incluso generamos lazos emocionales». Por eso, Rosende entiende que la IA no puede sustituir su trabajo, sino ayudarles a hacerlo mejor, de una manera más eficiente.

Nuevos perfiles profesionales

En consultoras más grandes, la inteligencia artificial está imponiendo una redefinición de la estrategia corporativa en dos áreas clave: la eficiencia de procesos ya mencionada, y el talento especializado: «En procesos complejos, como por ejemplo el análisis de grandes volúmenes de datos, las firmas ven la necesidad de formar o incorporar profesionales cualificados para poder asesorar sobre ella a clientes, o bien para implantar soluciones de IA en la firma», explica Lucía Carrau, que está al frente de Legal Innovation en la consultora RSM, una organización internacional de servicios de auditoría con presencia en más de 120 países. Esta profesional mira a las nuevas generaciones, que viven en la conocida como «era de la inmediatez», y destaca que la tecnología permite una agilidad en la prestación del servicio y provoca «que sea percibida como un valor diferencial frente a aquellos que no la utilizan».      

Pero coincide con el resto en que para la captación y fidelización de los clientes «la empatía es un elemento esencial que a día de hoy la IA no ofrece y solo se consigue con el contacto humano». Carrau está convencida de que, a través de las reuniones y del diseño de la estrategia de cada asunto, «es donde se detecta la pericia del profesional, se genera la confianza y con ello barreras de salida»; y destaca que la clave es identificar las partes del proceso que aportan un valor diferencial al perfil de cliente, «y lo que no, tratar de automatizarlo».