Alumnos que median entre alumnos: «No somos jueces, ayudamos a que las partes en conflicto encuentren la solución»

EDUCACIÓN

El IES Poeta Díaz Castro, de Guitiriz, implantó hace tres cursos un sistema de mediación entre iguales que ha mejorado mucho la convivencia en el centro

07 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En el gran recibidor de entrada del IES Poeta Díaz Castro, en Guitiriz, destacan, entre otras cosas, las fotos de varios alumnos con carteles que muestran distintas palabras: confianza, empatía, xusto, escuchar... Quienes los sostienen son los chicos y chicas que componen el equipo de mediación entre iguales que este centro puso en marcha cuando, tras el parón imprevisto que supuso el covid-19, el mundo intentó volver a girar con normalidad. «El primer año nos encontramos con que había muchos conflictos, el clima estaba enrarecido. El alumnado había dejado de socializar, o lo había hecho a través de pantallas, de un modo para el que no estaban preparados, y esos problemas acababan en el aula», explica la jefa de estudios, Susana Vázquez.

Tras pasar un tiempo intentando calmar las aguas, se dieron cuenta de que muchos de esos conflictos no merecían acabar en un parte, sino que podían ser resueltos por el propio alumnado, sin que tuviera que intervenir el profesorado. Formaron entonces el equipo de mediación. «Lo que intentamos es ayudar a otros alumnos a conseguir una resolución pacífica de los problemas que tengan entre ellos», explica Gabriel Lorenzo, uno de los mediadores, estudiante de 1.º de Bachiller. «Conseguir que se sientan mejor y también que haya un mejor ambiente en el centro», añade Aroa Leira, otra mediadora, en este caso de 4.º de ESO. En total hay 16 voluntarios, de secundaria, bachillerato y también de FP básica.

Estos jóvenes pueden intervenir en todo tipo de conflictos: desde un bolígrafo que vuela hacia la cabeza de un compañero en medio de clase hasta una enemistad más enquistada que hace que dos chavales se molesten continuamente. Incluso en problemas que ya se han extendido fuera del instituto. El proceso de mediación es voluntario, las dos partes deben querer acudir, y pueden abandonarlo en cualquier momento si no se sienten cómodos. Además, es completamente confidencial, lo que se cuenta en las reuniones no sale de allí, y los mediadores ni siquiera dan cuenta de ello a ningún profesor u orientador. Los casos pueden llegar al servicio de mediación a propuesta del departamento de orientación o los afectados dirigirse directamente a los estudiantes que llevan el programa a través de un correo electrónico o un buzón que hay a la entrada.

Una vez acuden a los mediadores, el sistema es, a priori, sencillo. «Lo que hacemos es reunir a las dos partes en conflicto y, siguiendo unas técnicas que tenemos pautadas, escuchamos a ambas partes, respetando siempre el turno de palabra, porque el respeto es una clave importantísima aquí en mediación. Buscamos saber cómo se sienten y qué creen ellos que necesitan para resolver ese conflicto. Nosotros somos neutrales, no nos ponemos ni de un lado ni del otro», dice Aroa. Y Gabriel completa la explicación: «Nosotros no somos jueces, no les decimos ''tú vas a hacer esto y tú vas a hacer lo otro'', sino que tenemos que ayudar a que esas personas puedan encontrar por ellos mismos esa solución». 

Así que lo que puede parecer simple, tiene en realidad bastante miga. Por eso el centro les ha ido dando formaciones para que puedan intervenir de la mejor manera. Para lograr entender las emociones, distinguir sentimientos y empatizar, para saber guiar a los involucrados, para mantener la calma... «Los propios mediadores han tenido un cambio importantísimo a raíz de toda esa formación. Uno de ellos me decía: ''Agora ante un problema que teño eu, paro e penso''», cuenta la jefa de estudios, con unas palabras que confirma la propia Aroa: «Yo me metí en esto porque soy una persona con un carácter importante y vi una oportunidad buena de aprender a controlar mis emociones, de entender qué pido... Y acerté, porque me ha ayudado bastante. Ahora cuando llega un conflicto consigo no perder los nervios y afrontarlo».

Gabriel también cree que su trabajo como mediador voluntario le servirá personalmente: «En el futuro esta formación que estoy recibiendo y esta experiencia me serán muy útiles para lo que quiero hacer. Yo quiero ser Guardia Civil y esto es una buena forma de aprender a tratar a la gente y buscar soluciones pacíficas».

Pero sin duda, el gran beneficiado de la iniciativa es el centro en su conjunto. «Gracias a esta y otras iniciativas bajó el nivel de crispación, el claustro ve ahora una convivencia mucho más positiva», afirma Yolanda Barallobre, la orientadora del IES Poeta Díaz Castro.